Viviendo con pensamientos intrusivos: la historia de Lina Márquez

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El descubrimiento en el aula

Fue en una clase sobre trastornos obsesivo-compulsivos (TOC) donde Lina sintió que el profesor hablaba directamente de su experiencia. “A veces, de la nada, imaginaba que lastimaba a alguien sin querer, o que algo terrible pasaría si no revisaba la llave del gas tres veces“, relata. Esos pensamientos, violentos o catastróficos, llegaban sin aviso y se repetían como un disco rayado. “Me asustaba pensar: ¿y si un día actúo por impulso?“, confiesa.

Aunque sabía que no eran reales, la angustia que le provocaban era tangible. Sudores fríos, palpitaciones y noches de insomnio se habían vuelto frecuentes. Pero ese día, al reconocer su condición, decidió buscar ayuda. Fue así como llegó a SELIA, la plataforma de terapia en línea especializada en salud mental.

La terapia: Un espacio para entender y gestionar

En sus sesiones con su terapeuta en SELIA, Lina aprendió que los pensamientos intrusivos no definen quién es. “Son como nubes que pasan; no las controlamos, pero podemos decidir si les prestamos atención“, le explicaron. A través de técnicas como la aceptación comprometida y la terapia cognitivo-conductual (TCC), comenzó a trabajar en estrategias para reducir su impacto.

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La red de apoyo: Familia y amigos como pilares

Lina no está sola en este proceso. Sus padres, siempre pendientes, han asistido a sesiones psicoeducativas para entender mejor su condición. “Al principio, mi mamá se asustaba cuando me veía ansiosa, pero ahora sabe cómo calmarme“, comenta. Su hermano, aunque vive en España, la llama todos los días para preguntarle cómo está.

Sus amigas, Vanesa y Mónica, también han sido clave. “No me juzgan cuando les digo que tuve un pensamiento raro. En vez de eso, me distraen o me recuerdan lo que he aprendido en terapia“, dice. Reconoce que, aunque al principio le daba vergüenza hablar del tema, compartirlo la liberó.

El camino hacia la aceptación

Hoy, Lina sigue estudiando psicología con un nuevo propósito: especializarse en trastornos de ansiedad para ayudar a otros como ella. “Aprendí que estos pensamientos no me hacen peligrosa ni rara. Son solo un fenómeno mental que puedo manejar“, reflexiona.

Aunque todavía tiene días difíciles, ahora sabe que no está luchando sola. Con herramientas terapéuticas, una red de apoyo sólida y una mayor comprensión de su mente, Lina ha encontrado una manera de convivir con sus pensamientos intrusivos sin dejar que dominen su vida.

1. ¿Qué son los pensamientos intrusivos y por qué aparecen?
Son ideas, imágenes o impulsos no deseados que aparecen de forma repentina y causan malestar o incomodidad. Aunque son comunes y no significan que una persona desee realmente actuar según ellos, suelen surgir en momentos de estrés, ansiedad o fatiga mental.

2. ¿Tener pensamientos intrusivos significa que tengo un trastorno mental?
No necesariamente. Muchas personas experimentan pensamientos intrusivos ocasionalmente sin que esto indique una enfermedad. Sin embargo, si se vuelven persistentes, angustiosos o interfieren con la vida diaria, podrían estar relacionados con condiciones como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o la ansiedad generalizada, y es recomendable consultar a un profesional.

3. ¿Cómo se pueden manejar o reducir los pensamientos intrusivos?
La terapia psicológica, especialmente la terapia cognitivo-conductual (TCC), es muy efectiva para tratar los pensamientos intrusivos. Técnicas como la reestructuración cognitiva, la exposición con prevención de respuesta o la atención plena (mindfulness) ayudan a disminuir su intensidad y a evitar que dominen la conducta o el estado emocional de quien los padece.