Juegos de mesa y salud mental: más que entretenimiento, una herramienta terapéutica

Juegos de mesa
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Beneficios cognitivos y emocionales

Uno de los principales aportes de los juegos de mesa es la estimulación cognitiva. Juegos como el ajedrez, el Scrabble, el Sudoku en formato grupal o los clásicos de estrategia promueven habilidades como la memoria, la concentración, el razonamiento lógico y la toma de decisiones. Estas capacidades, además de ser claves para el funcionamiento diario, ayudan a mantener la agilidad mental con el paso de los años.

Asimismo, los juegos invitan a trabajar la tolerancia a la frustración. Perder, equivocarse o tener que esperar el turno son experiencias que ayudan a desarrollar el autocontrol y la capacidad de adaptarse a lo inesperado. Este tipo de aprendizajes, aunque simples en apariencia, tienen un gran valor emocional, especialmente en edades tempranas o en personas que experimentan ansiedad o irritabilidad.

Los juegos de mesa actúan como simuladores de la vida: enseñan a ganar y perder, a negociar y cooperar, a enfrentar retos con resiliencia.

Fomento de vínculos sociales y prevención del aislamiento

La socialización es uno de los pilares del bienestar psicológico. En un contexto donde muchas interacciones son virtuales y superficiales, los juegos de mesa ofrecen una oportunidad para compartir de manera auténtica. Al sentarse en torno a un tablero, se genera un espacio lúdico que propicia la conversación, la empatía y la complicidad.

Diversos estudios señalan que el juego en grupo fortalece la autoestima, reduce la sensación de soledad y puede actuar como factor protector frente a trastornos como la depresión o la ansiedad. En poblaciones mayores, por ejemplo, se ha observado que los juegos ayudan a mantener la motivación, el sentido de pertenencia y el humor, aspectos claves en la prevención del deterioro cognitivo y emocional.

Además, en contextos terapéuticos, los juegos de mesa han comenzado a utilizarse como herramientas de intervención. En sesiones de psicoterapia individual o grupal, permiten trabajar aspectos como la comunicación, el manejo de emociones o los patrones de comportamiento, todo en un entorno controlado y seguro.

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Estrategia para la educación emocional infantil

Para los niños, el juego es la principal vía de aprendizaje. Los juegos de mesa, especialmente los diseñados para edades tempranas, permiten introducir nociones como la paciencia, la empatía, la cooperación y la solución de conflictos. También ayudan a que los más pequeños reconozcan sus emociones y las de los demás, desarrollando así su inteligencia emocional.

Padres y educadores pueden aprovechar estos espacios para observar comportamientos, reforzar habilidades y compartir tiempo de calidad. El hecho de que los juegos se rijan por reglas claras y predecibles también aporta seguridad a los niños, quienes encuentran en ellos una estructura donde pueden experimentar y aprender sin temor.

Cada partida es una oportunidad para que el niño se exprese, se relacione y se autoregule emocionalmente.

Juegos de mesa en entornos clínicos y terapéuticos

En hospitales, clínicas y centros de rehabilitación, los juegos de mesa han comenzado a incluirse como parte de programas de atención integral. En pacientes con enfermedades crónicas o convalecientes, ayudan a mantener el ánimo, disminuir el estrés y fomentar una actitud más positiva ante el tratamiento.

Asimismo, se utilizan en terapias ocupacionales con personas que presentan deterioro cognitivo, como en casos de Alzheimer o demencias, para estimular la memoria y la concentración. Los profesionales de la salud mental los consideran una herramienta valiosa por su capacidad para combinar entretenimiento, motivación y estimulación cognitiva.

Reducción del estrés y conexión con el presente

Otra de las grandes ventajas de los juegos de mesa es que fomentan el estado de flow, es decir, ese momento de inmersión total en una actividad que aporta bienestar y concentración plena. Durante una partida, la mente se enfoca en el presente, lo cual actúa como un antídoto frente a la rumiación de pensamientos negativos o al estrés cotidiano.

Además, la risa, el humor y la sorpresa que suelen acompañar estas actividades tienen un impacto fisiológico beneficioso: liberación de endorfinas, disminución del cortisol y mejora del estado de ánimo. Así, jugar se convierte también en una práctica de autocuidado.

Desde SELIA, se promueve esta visión integradora del juego como una herramienta poderosa, accesible y versátil para cuidar la salud mental. El juego no es solo cosa de niños ni debe verse como una pérdida de tiempo. Muy por el contrario, puede ser un espacio de reconexión profunda con uno mismo y con los demás.

La importancia de elegir el juego adecuado

No todos los juegos funcionan igual para todas las personas o contextos. Elegir el tipo de juego según la edad, los intereses, el nivel de complejidad o el objetivo terapéutico es clave para aprovechar al máximo sus beneficios. Juegos cooperativos, por ejemplo, son ideales para fomentar el trabajo en equipo, mientras que los de estrategia estimulan la planificación y el análisis.

En contextos terapéuticos o educativos, los profesionales pueden guiar esta elección para responder a necesidades específicas. También es importante respetar los ritmos individuales: algunas personas prefieren juegos más tranquilos o colaborativos, mientras que otras disfrutan de la competencia sana.

Lo esencial es que el juego sea disfrutado, que genere interés y que se adapte a las capacidades y emociones de los participantes.

Un recurso al alcance de todos

En un mundo donde muchas soluciones para el bienestar parecen complejas o costosas, los juegos de mesa se presentan como una alternativa accesible y efectiva. No requieren grandes recursos ni habilidades especiales: basta con un espacio compartido y disposición para jugar.

Ya sea en familia, entre amigos, en el aula o en una sesión terapéutica, los juegos de mesa pueden convertirse en aliados clave para promover la salud emocional, fortalecer vínculos y fomentar la resiliencia.

Desde SELIA, se invita a recuperar el valor del juego como acto humano fundamental. Jugar no solo entretiene: también construye, sana y transforma. Y, en medio de la rutina y las exigencias, un tablero puede ser el punto de partida hacia una mente más tranquila, conectada y en equilibrio.


Preguntas frecuentes sobre los juegos de mesa y la salud mental