Entender el cuerpo, sanar el alma: la historia de Lorena y su proceso con el vaginismo

Entender el cuerpo, sanar el alma: la historia de Lorena y su proceso con el vaginismo
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Fue durante su primer intento de mantener relaciones sexuales con Jacobo, su pareja actual y estudiante de psicología, cuando empezó a sentir que algo no iba bien. El dolor era insoportable, y su cuerpo simplemente no respondía. “Era como si una fuerza involuntaria me bloqueara, como si mi cuerpo se negara a abrirse a esa experiencia”, relata Lorena durante una de sus sesiones de acompañamiento terapéutico en SELIA.

Jacobo, lejos de minimizar la situación, reaccionó con empatía y comprensión. Su formación académica le permitió reconocer que lo que estaban enfrentando podía ser más complejo que un simple nerviosismo. Así fue como comenzaron a investigar y dieron con un término que hasta entonces resultaba desconocido para ambos: vaginismo.

El vaginismo es una disfunción sexual femenina caracterizada por una contracción involuntaria de los músculos del suelo pélvico que rodean la vagina. Esta tensión dificulta o impide la penetración, causando dolor e incluso imposibilidad total de mantener relaciones sexuales con normalidad. Pero más allá de lo físico, el vaginismo es también una expresión de conflictos emocionales, creencias erróneas sobre el sexo, ansiedad o experiencias traumáticas no resueltas.

En el caso de Lorena, no había un antecedente de abuso sexual ni una educación particularmente represiva, pero sí existía una historia de silencios familiares respecto a la sexualidad. “Nunca hablé con mi mamá sobre estos temas. Todo lo que aprendí fue por amigas o redes sociales. No sabía realmente cómo debía sentirse una relación sexual, ni qué era normal y qué no”, explica.

Al principio, Lorena se sintió avergonzada. Su autoestima se resintió, creyendo que había algo mal en ella. “Pensé que estaba dañada, que no era una mujer completa”, confiesa. Fue Jacobo quien insistió en buscar ayuda profesional, y así llegaron a SELIA, el espacio de salud mental donde comenzaron a trabajar juntos en la comprensión y superación de la situación.

La terapia como espacio seguro

Uno de los primeros retos de la terapia fue desmontar los mitos y prejuicios que rodean la sexualidad femenina. A través de sesiones psicoeducativas, Lorena aprendió que el vaginismo no es raro ni irreversible, y que muchas mujeres en el mundo enfrentan la misma realidad.

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El papel de la pareja y el entorno

Una de las claves en el tratamiento del vaginismo es el rol del entorno cercano. En este caso, Jacobo se convirtió en un apoyo fundamental, no solo por su paciencia, sino por su disposición a aprender y acompañar desde el respeto. Lejos de presionar, supo esperar los tiempos de Lorena, celebrar los pequeños avances y ofrecer contención emocional.

No todas las mujeres que atraviesan esta condición tienen la fortuna de contar con un compañero que comprenda el proceso. En muchos casos, la falta de información y empatía puede agravar el problema, generando culpa, vergüenza o sensación de inadecuación.

Por eso, los profesionales de SELIA insisten en la necesidad de incluir a la pareja, siempre que sea posible, en el proceso terapéutico. El vaginismo no solo afecta a la persona que lo padece, sino que impacta la dinámica de la relación y requiere de un abordaje integral.

El cuerpo como territorio de reconciliación

Una parte importante del trabajo terapéutico de Lorena fue reencontrarse con su cuerpo. Durante mucho tiempo lo vivió como un enemigo, como algo que la traicionaba. Aprendió a mirarlo desde el autocuidado, no desde la exigencia. Se permitió sentir, tocarse, explorar su feminidad sin miedo ni juicios.

La técnica de los dilatadores vaginales, implementada de forma gradual y siempre en compañía de la terapeuta, fue fundamental para desensibilizar el reflejo de contracción. Pero más allá del avance físico, Lorena resalta que lo más valioso fue la recuperación de su autoestima. “Dejé de pensar que estaba rota. Entendí que mi cuerpo estaba hablando, y que yo debía escucharlo con amor”, asegura.

Este proceso de sanación incluyó también abordar la ansiedad y el miedo al dolor. Muchas mujeres con vaginismo anticipan la experiencia sexual como algo que dolerá, lo que refuerza la contracción involuntaria. En este sentido, la terapia ayudó a reformular esas creencias y generar nuevas asociaciones mentales con la intimidad.

Educar para prevenir: el poder de hablar de sexualidad

Una lección que Lorena extrajo de su experiencia es la importancia de la educación sexual integral. “Si me hubieran hablado de esto antes, si supiera que era algo que le podía pasar a cualquiera, no me habría sentido tan sola ni tan culpable”, reflexiona.

Por eso, hoy se ha convertido en una defensora de abrir conversaciones sobre sexualidad, especialmente entre jóvenes. Cree que el silencio, el tabú y la desinformación son los mayores enemigos del bienestar sexual.

Desde SELIA, los profesionales coinciden en que hablar abiertamente de estos temas en espacios seguros y con enfoque científico es una herramienta poderosa para prevenir sufrimientos innecesarios. Las campañas de sensibilización, los talleres en colegios y universidades, y el acceso a contenidos confiables son fundamentales para construir una sociedad más empática y consciente.

Reconstruir la confianza: el camino hacia una sexualidad plena

Hoy, meses después de haber comenzado la terapia, Lorena siente que está en un lugar completamente diferente. Aunque el camino no ha sido lineal, ha avanzado significativamente en la conexión con su cuerpo y en la vivencia de una sexualidad más libre.

“No se trata solo de poder tener relaciones sexuales. Se trata de no tener miedo, de disfrutar sin presión, de saber que merezco placer sin culpa”, explica con una sonrisa.

Jacobo, por su parte, sigue acompañándola desde el respeto y el amor. Su relación se ha fortalecido, y ambos han aprendido a comunicarse mejor, a no dar nada por sentado y a construir una intimidad basada en la escucha mutua.

Lorena sabe que su historia puede resonar con muchas mujeres que aún no han podido nombrar lo que sienten. Por eso, decidió compartir su proceso con SELIA, con la esperanza de que otras personas se animen a buscar ayuda y dejar atrás la vergüenza.

“No estamos solas. Lo que vivimos tiene nombre, tiene explicación, y lo más importante: tiene solución”, concluye.

Una llamada a la acción desde SELIA

El caso de Lorena es un reflejo de lo que muchos procesos terapéuticos pueden lograr cuando se abordan con profesionalismo, sensibilidad y compromiso. El vaginismo, como otras condiciones relacionadas con la salud sexual, no debe seguir siendo un tema oculto ni motivo de vergüenza.

Desde SELIA, se promueve una visión integral de la salud mental que incluye la sexualidad como parte fundamental del bienestar. Se insiste en que nadie debe resignarse a vivir con dolor o desconexión por falta de información o por miedo a ser juzgado.

Preguntas frecuentes sobre vaginismo