Tabla de contenidos
- De empresario a adicto: cómo el juego lo consumió
- El precio de la adicción
- Terapia: aprendiendo a vivir sin apuestas
- El largo camino de vuelta a casa
- Lecciones para otros Álvaros
De empresario a adicto: cómo el juego lo consumió
La historia de Álvaro era el sueño caucano hecho realidad: hijo de campesinos, construyó desde cero un negocio de suministros agrícolas que le permitió darle a Estela y sus tres hijos una vida cómoda. Hasta que aceptó esa primera invitación a un “juego casual” de póker.
“Al principio eran apuestas pequeñas, solo por diversión. Gané $2 millones esa primera noche y sentí que era invencible“, recuerda. La espiral descendente fue rápida:
✔️ Dejó de atender su negocio para perseguir la emoción del casino
✔️ Vendió maquinaria y terrenos familiares sin consultar
✔️ Inventó excusas cada vez más elaboradas para explicar las ausencias y pérdidas de dinero
El punto de quiebre llegó cuando Estela encontró las cuentas vacías y las facturas sin pagar. “Me dijo que eligiera entre el juego o mi familia. Y en mi obsesión, creí que podía ganar lo suficiente para recuperarlo todo… antes de que se dieran cuenta“.
El precio de la adicción
En 18 meses, Álvaro perdió:
- Su negocio de 15 años (quebrado por abandono y deudas)
- La confianza de sus hijos (el mayor, de 17 años, dejó de llamarlo “papá“)
- El apartamento familiar (hipotecado sin que Estela supiera)
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Comienza ahoraTerapia: aprendiendo a vivir sin apuestas
En SELIA, el psicólogo especializado lo ayudó a:
1. Romper el ciclo de la negación
- Hacer matemáticas reales: calcular que por cada millón ganado, perdía cinco
- Revisar extractos bancarios para enfrentar la magnitud real de sus pérdidas
2. Reconstruir su cerebro adicto
- Terapia de exposición: pasar frente a casinos sin entrar (primero en compañía, luego solo)
- Reemplazar el subidón de adrenalina con ejercicio intenso controlado
3. Reparar lo reparable
- Cartas de responsabilidad (no solo disculpas) a cada familiar afectado
- Plan de pagos realista para las deudas, supervisado por Estela
El largo camino de vuelta a casa
A un año de terapia, Álvaro:
✓ Trabaja como asesor para pequeños agricultores (le prohibieron manejar dinero)
✓ Asiste a reuniones semanales de Jugadores Anónimos
✓ Logró que su hija menor lo dejara abrazarla de nuevo
“Estela aún no confía en mí, y no la culpo“, dice mientras muestra con orgullo su celular sin apps de apuestas. “Pero ahora sé que la verdadera suerte no está en las cartas, sino en tener una segunda oportunidad y no desperdiciarla“.
Lecciones para otros Álvaros
Su historia enseña que:
- La ludopatía no es falta de carácter, es una enfermedad tratable
- Las pérdidas materiales pueden recuperarse; las relaciones, no siempre
- El “gran golpe” que promete la adicción es una mentira que siempre cobra intereses