Tabla de contenidos
- El culto al cuerpo que se volvió obsesión
- El día que la distorsión casi lo destruye
- Terapia: reentrenando la mirada
- El verdadero progreso
- Lecciones para otros Juan Fernandos
El culto al cuerpo que se volvió obsesión
Lo que comenzó como un interés saludable por el fitness durante la universidad, se convirtió en una relación tóxica con su reflejo:
✔️ 15 selfies diarias para analizar cada ángulo de su físico
✔️ Medición compulsiva de sus músculos con cinta métrica (3 a 5 veces al día)
✔️ Cancelación de planes sociales si “se sentía inflado” por retención de líquidos
El día que la distorsión casi lo destruye
El punto de quiebre llegó cuando:
- Gastó sus ahorros en un supuesto “suplemento milagroso” que le prometió el torso de sus sueños (resultó ser placebo)
- Rechazó un ascenso porque implicaba viajes y perdería su rutina de entrenamiento
- Sara lo encontró llorando frente al espejo después de 12 semanas de dieta estricta: “Sigo viéndome igual que cuando empecé”
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Comienza ahoraTerapia: reentrenando la mirada
El tratamiento en SELIA combinó:
1. Terapia cognitivo-conductual
- Cuestionar pensamientos automáticos (“Si no tengo un six-pack, soy un fracaso“)
- Experimentos conductuales (usar ropa holgada y registrar las reacciones reales de los demás)
2. Exposición con prevención de respuesta
- Reducir gradualmente conductas compulsivas (de 15 a 3 selfies semanales)
- Días de “descanso activo” sin medirse ni pesarse
3. Reconstrucción de la autoimagen
- Collage con fotos etiquetadas por seres queridos (“Aquí te ves fuerte“)
- Lista de cualidades no físicas valoradas por Sara y sus colegas
El verdadero progreso
A seis meses de terapia:
✓ Usa el gimnasio para salud, no como castigo
✓ Aceptó el ascenso laboral (incluye gimnasios en hoteles)
✓ Celebró su cumpleaños en la piscina (antes evitaba mostrar torso)
“Sigo teniendo días malos“, admite. “Pero ahora sé que cuando el espejo me miente, puedo creerle a Sara, a mi terapeuta, o a ese compañero que me pidió consejos para entrenar“.
Lecciones para otros Juan Fernandos
Su historia enseña que:
- El TDC no es vanidad, es un trastorno de percepción real
- La “perfección” física es una meta móvil que nunca satisface
- El amor propio comienza cuando dejamos de compararnos con versiones imposibles
En SELIA recordamos que los cuerpos no son proyectos por terminar, sino hogares para habitar. Como escribió Juan Fernando en su diario: “Hoy miré mi reflejo sin llorar ni criticarme. Solo vi a un hombre cansado que merecía descansar. Y por primera vez, me creí digno de esa paz”.