Tabla de contenidos
- El primer ataque que lo cambió todo
- La paradoja profesional
- Terapia: reconstruyendo la libertad paso a paso
- El día que recuperó su profesión
El primer ataque que lo cambió todo
El detonante ocurrió en la planta de producción más grande que auditaba. “Era un hangar inmenso con máquinas ruidosas. De repente sentí que el techo se cerraba sobre mí“, recuerda. Los síntomas fueron brutales: taquicardia, sudoración fría, la certeza de que moriría allí mismo. Desde ese día, su mundo comenzó a encogerse:
✔️ Dejó de usar el Transmilenio (“Demasiada gente“)
✔️ Rechazó auditorías en municipios (“¿Y si me da un ataque lejos de casa?“)
✔️ Canceló su matrícula en el gimnasio (el techo alto del centro deportivo le provocaba vértigo)
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Comienza ahoraLa paradoja profesional
Su caso desconcertaba a sus colegas: podía analizar fallas estructurales en enormes naves industriales, pero entrar a una le paralizaba. La ironía no escapaba a Juliana: “Sé exactamente cuántos newtons de fuerza soporta cada viga en esas fábricas, pero mi mente convence a mi cuerpo de que colapsarán sobre mí“.
El trabajo remoto le permitió ocultar su condición por meses, hasta que su jefa insistió en una visita crucial a Zipaquirá. “Tuve que inventar que mi madre estaba hospitalizada. Mentir así me rompió“, admite con lágrimas.
Terapia: reconstruyendo la libertad paso a paso
En SELIA, la psicóloga especializada diseñó un plan personalizado:
1. Cartografía del miedo
- Listar lugares en orden de ansiedad generada (de menos a más)
- Empezar por el más accesible: el parque de su conjunto residencial
2. Exposición gradual con apoyo tecnológico
- Uso de realidad virtual para simular fábricas textiles
- App de teleauditorías con operarios en tiempo real (puente entre lo virtual y lo presencial)
3. Reconexión corporal
- Ejercicios de respiración diafragmática sincronizados con sonidos industriales
- Técnica “5-4-3-2-1” para anclarse en el presente durante crisis
El avance fue lento pero significativo:
✓ Primera semana: Logró estar 5 minutos en el parque a las 6 a.m. (sin gente)
✓ Mes 3: Tomó un Uber hasta la plaza de su barrio (con compañía terapéutica)
✓ Mes 6: Auditó media hora en una fábrica pequeña con salida de emergencia visible
El día que recuperó su profesión
El hito llegó ocho meses después, cuando Juliana entró a una nave industrial completa. “No fue perfecto: sudé como nunca y apreté el estetoscopio como salvavidas. Pero cuando identifiqué una falla en los soportes que otros habían pasado por alto, entendí que mi sensibilidad, antes enemiga, era mi superpoder“, relata.
Hoy, Juliana sigue trabajando en su recuperación:
✔️ Usa una pulsera con el lema “Este miedo no me define“
✔️ Dirige un grupo de apoyo para profesionales con ansiedad
✔️ Volvió a visitar a sus padres, aunque prefiere rutas con múltiples paradas
Si te identificas con esta historia, busca ayuda. Como Juliana demostró: incluso las mentes más analíticas pueden necesitar herramientas emocionales. La buena noticia es que ambas habilidades -la técnica y la emocional- se pueden aprender.