Tabla de contenidos
- Una raíz con historia y ciencia detrás
- Evidencia científica: ¿realmente funciona?
- ¿Cómo se consume y en qué dosis?
- Riesgos y contraindicaciones: ¿quién debe evitarla?
- El veredicto final: ¿vale la pena probarla?
*Con información El Tiempo.
En un mundo donde el estrés, la ansiedad y los trastornos del sueño se han convertido en males cotidianos, la búsqueda de soluciones naturales gana cada vez más adeptos. Entre las alternativas que ofrece la medicina tradicional, una planta destaca por sus propiedades relajantes y adaptógenas: la ashwagandha (Withania somnifera), un arbusto originario de Asia y África que ha sido utilizado durante siglos en la medicina ayurvédica.
Estudios científicos respaldan sus beneficios para mejorar el sueño y modular la respuesta del cuerpo al estrés, pero también advierten sobre sus posibles efectos secundarios y contraindicaciones.
Una raíz con historia y ciencia detrás
La ashwagandha, cuyo nombre en sánscrito significa “olor de caballo” —en referencia a su aroma característico y a la creencia de que otorga fuerza y vigor—, ha sido empleada durante más de 3.000 años en la India como un remedio para equilibrar el cuerpo y la mente. Sin embargo, su popularidad en Occidente ha crecido en las últimas décadas gracias a investigaciones que validan sus efectos terapéuticos.
Según los Institutos Nacionales de la Salud (NIH) de Estados Unidos, esta planta contiene compuestos bioactivos, como los withanólidos, que actúan sobre el sistema nervioso central, reduciendo la inflamación, regulando la presión arterial y modulando la respuesta inmunológica. Pero su beneficio más estudiado es su capacidad para disminuir el cortisol, la hormona asociada al estrés crónico, lo que explicaría su impacto positivo en la ansiedad y el sueño.
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Comienza ahoraEvidencia científica: ¿realmente funciona?
Un ensayo clínico publicado en la revista Medicine analizó los efectos de la ashwagandha en adultos con altos niveles de estrés. Los participantes que consumieron extracto de esta planta mostraron una reducción significativa en los marcadores de ansiedad, comparados con el grupo placebo. Los investigadores atribuyeron este efecto a su acción sobre el eje hipotálamo-hipofisario-suprarrenal (HHS), responsable de la respuesta al estrés.
Otro metaanálisis de 2021, publicado en el Science Direct, revisó siete estudios clínicos y concluyó que la ashwagandha no solo reduce el estrés, sino que también mejora la calidad del sueño y disminuye la fatiga. En varios casos, los pacientes experimentaron una caída en los niveles de cortisol y una mayor sensación de bienestar.
Además, investigaciones preliminares sugieren que podría tener beneficios en casos de depresión leve, aunque se necesitan más estudios para confirmar su eficacia frente a tratamientos convencionales.
¿Cómo se consume y en qué dosis?
La ashwagandha está disponible en diversas presentaciones:
- Raíz seca o en polvo: Se prepara en infusiones o se mezcla con leche caliente (una práctica tradicional india conocida como ashwagandha latte).
- Cápsulas o extractos: La forma más común en Occidente, con dosis estandarizadas de withanólidos (generalmente entre 300 y 600 mg al día).
- Tinturas: Extractos líquidos que se diluyen en agua.
Aunque se considera segura en tratamientos cortos (hasta tres meses), las dosis altas pueden causar molestias gastrointestinales, como náuseas o diarrea. Por ello, los expertos recomiendan comenzar con cantidades pequeñas y ajustarlas bajo supervisión médica.
Riesgos y contraindicaciones: ¿quién debe evitarla?
Pese a sus beneficios, la ashwagandha no es apta para todos. Portales especializados como WebMD y Healthline advierten que su consumo podría ser riesgoso en:
- Embarazadas: Dosis elevadas se han asociado con abortos espontáneos.
- Personas con enfermedades autoinmunes o tiroideas: Podría estimular el sistema inmunológico o alterar la función tiroidea.
- Pacientes con cáncer sensible a hormonas: Como el cáncer de próstata, debido a su posible efecto hormonal.
- Quienes toman sedantes, antidepresivos o medicamentos para la tiroides: Puede potenciar o interferir con su acción.
- Personas con cirugías programadas: Por su posible efecto sobre la presión arterial y el sistema nervioso.
Además, se han reportado casos aislados de daño hepático grave, por lo que se aconseja suspender su uso ante síntomas como ictericia, dolor abdominal o fatiga extrema.
El veredicto final: ¿vale la pena probarla?
Para quienes buscan una alternativa natural al estrés y el insomnio, la ashwagandha parece una opción prometedora, respaldada tanto por la tradición como por la ciencia. Sin embargo, no es una panacea: sus efectos varían según la persona, y su uso prolongado o inadecuado conlleva riesgos.
La recomendación de los expertos es clara: consultar con un experto antes de consumirla, especialmente si se padecen condiciones médicas preexistentes o se toman otros fármacos. En un mundo donde el bienestar mental es una prioridad, esta planta milenaria ofrece una herramienta más, pero siempre con precaución y conocimiento.
Mientras la ciencia sigue explorando sus potenciales, la ashwagandha se consolida como un ejemplo fascinante de cómo la naturaleza y la modernidad pueden converger para aliviar los males de nuestra época.