Tabla de contenidos
- ¿Qué es el amor propio?
- 2. Establecer límites sanos
- 3. Escribir un diario de gratitud y logros
- 4. Abrazar el autocuidado
- 5. Perdonarse por los errores del pasado
- 6. Rodearse de vínculos que nutran
- 7. Meditar y practicar la atención plena
- Amor propio: un camino que se transita, no un destino final
Hablar de amor propio se ha vuelto casi un lugar común en el discurso sobre salud mental. Lo vemos en redes sociales, lo escuchamos en podcasts de bienestar y lo leemos en libros de autoayuda. Sin embargo, a pesar de su popularidad, muchas personas aún no comprenden del todo qué significa quererse a uno mismo ni mucho menos cómo se logra. Más allá de frases inspiradoras o consejos superficiales, el amor propio es un proceso profundo, activo y, sobre todo, entrenable.
En este artículo, exploramos siete ejercicios prácticos para cultivar el amor propio, con base en aportes de psicólogos y especialistas como los que recoge el portal La Mente es Maravillosa. Estos ejercicios no prometen una transformación instantánea ni son fórmulas mágicas, pero pueden ser el inicio de una relación más compasiva, honesta y respetuosa con uno mismo.
¿Qué es el amor propio?
Antes de entrar en los ejercicios, vale la pena detenerse en la definición. El amor propio es la valoración positiva y realista que una persona tiene de sí misma. Implica reconocerse con fortalezas y debilidades, sin caer en el narcisismo ni en la autoexigencia destructiva. Es una actitud de respeto, aceptación y cuidado hacia uno mismo, que se manifiesta en pensamientos, emociones y conductas.
“Amarse a uno mismo no es egoísmo, es salud”, afirman diversos expertos en salud mental. De hecho, una buena relación consigo mismo es la base para relaciones más sanas con los demás, una autoestima estable y una mayor resiliencia ante la adversidad.
Sin embargo, el amor propio no es algo que se obtiene una vez y para siempre. Se construye, se ejercita y se fortalece con el tiempo. Y como cualquier hábito emocional, requiere práctica. A continuación, compartimos siete ejercicios que pueden ayudar a desarrollarlo.
1. Practicar el diálogo interno positivo
El modo en que nos hablamos a nosotros mismos influye de manera decisiva en cómo nos sentimos. Muchas personas, sin darse cuenta, mantienen un diálogo interno crítico, hiriente o desvalorizador. Frases como “siempre lo arruinas”, “no sos suficiente” o “no vas a poder” se repiten en su mente como mantras negativos que socavan la autoestima.
El primer paso para cultivar el amor propio es observar ese diálogo interno y transformarlo. Esto no significa autoengañarse con frases artificiales, sino buscar un tono más comprensivo y realista.
¿Cómo hacerlo?
– Anotar frases frecuentes que te dices en momentos difíciles.
– Preguntarte: ¿Le hablaría así a alguien que quiero?
– Reformular esas frases en un tono más amable: “Estoy haciendo lo mejor que puedo”, “Cometí un error, pero puedo aprender”, “Tengo derecho a sentirme mal sin juzgarme por eso”.
Con el tiempo, este ejercicio entrena al cerebro para responder con más compasión ante el error, el fracaso o la frustración.
2. Establecer límites sanos
El amor propio no solo se demuestra con palabras, sino también con acciones. Y una de las más poderosas es aprender a decir no cuando es necesario. Muchas personas tienen dificultades para poner límites por miedo al rechazo, al conflicto o a sentirse culpables. Sin embargo, ceder constantemente a las demandas ajenas termina generando resentimiento, agotamiento y pérdida de identidad.
“Establecer límites no es egoísmo, es una forma de cuidado personal”, recuerdan los especialistas. Decir no a tiempo, proteger el propio espacio, evitar entornos tóxicos y priorizar las propias necesidades son formas concretas de reforzar la autoestima.
¿Cómo empezar?
– Identificar situaciones donde sueles decir sí por obligación.
– Ensayar frases asertivas como: “Prefiero no comprometerme en este momento”, “Necesito tiempo para mí”, “Gracias, pero no estoy disponible”.
– Recordar que poner límites no significa rechazar al otro, sino protegerte a ti mismo.
Al principio puede incomodar, pero con práctica se vuelve una herramienta liberadora.
¿Necesitas apoyo? Selia te ayuda
Sana tus heridas con terapia online personalizada. ¡Agenda una consulta!
Comienza ahora3. Escribir un diario de gratitud y logros
El cerebro humano tiende a enfocarse en lo negativo. Esta predisposición, útil en términos evolutivos, hoy puede jugar en contra cuando se trata de nuestra autoimagen. Por eso, otro ejercicio valioso para cultivar el amor propio es entrenar la mirada para reconocer lo que sí está bien.
Escribir un diario de gratitud y logros permite tomar conciencia de aspectos positivos que muchas veces pasan desapercibidos. No se trata solo de grandes victorias, sino de pequeños gestos, avances o cualidades personales que merecen ser valorados.
¿Cómo hacerlo?
– Dedicar unos minutos al final del día para anotar tres cosas por las que te sientas agradecido y tres logros del día, por pequeños que sean.
– Ejemplos: “Hoy me animé a expresar lo que sentía”, “Pude respetar mis tiempos”, “Me preparé una comida rica con amor”.
Este simple hábito fortalece la conexión con uno mismo desde un lugar de reconocimiento y aprecio, en lugar de crítica constante.
4. Abrazar el autocuidado
El autocuidado es mucho más que mascarillas faciales o baños de espuma. Implica un compromiso integral con el bienestar físico, emocional, mental y espiritual. Alimentarse bien, descansar lo necesario, hacer ejercicio, pedir ayuda cuando se necesita, dedicar tiempo a lo que nutre: todo eso es autocuidado.
Cuando cuidamos nuestro cuerpo y nuestras emociones, estamos diciéndonos a nosotros mismos: valgo, merezco sentirme bien. Este tipo de acciones refuerzan el amor propio a través del lenguaje del cuerpo y los hábitos.
¿Cómo integrarlo en la rutina?
– Diseñar una pequeña rutina diaria que incluya al menos un acto de autocuidado consciente: una caminata, una comida saludable, una siesta reparadora, un momento de silencio.
– Observar cómo influye ese gesto en tu estado de ánimo.
Con el tiempo, el autocuidado deja de ser una obligación y se convierte en un ritual de respeto hacia uno mismo.
5. Perdonarse por los errores del pasado
Uno de los mayores obstáculos para el amor propio es el resentimiento hacia uno mismo. Muchas personas cargan con culpas, decisiones pasadas o versiones de sí mismas que hoy les pesan. Este juicio constante crea una barrera que impide construir una relación sana con el presente.
Perdonarse no significa justificar todo ni borrar el pasado, sino reconocer que actuamos con los recursos que teníamos en ese momento. Es un acto de humildad, responsabilidad y compasión.
¿Cómo iniciar este proceso?
– Escribir una carta al “yo” del pasado, expresando comprensión y perdón.
– Reflexionar: ¿Qué aprendí de aquella experiencia?
– Practicar frases como: “Hoy entiendo más que ayer”, “Me doy permiso para seguir adelante”.
Perdonarse es también una forma de liberarse.
6. Rodearse de vínculos que nutran
El entorno influye de forma poderosa en cómo nos sentimos con nosotros mismos. Relaciones basadas en la crítica, la comparación o la manipulación pueden minar lentamente el amor propio. Por el contrario, rodearse de personas que validan, apoyan y celebran quiénes somos fortalece nuestra autoestima.
El amor propio también se construye en relación con los otros. Sentirse visto, escuchado y aceptado genera un espejo positivo en el cual reconocernos.
¿Qué implica este ejercicio?
– Evaluar tus vínculos actuales: ¿te sentís mejor o peor después de compartir tiempo con ciertas personas?
– Priorizar los espacios donde podés ser auténtico, sin máscaras.
– Animarte a tomar distancia —emocional o física— de relaciones que drenan tu energía o te hacen dudar de tu valor.
Cultivar un entorno afectivo saludable es una decisión que refuerza el amor propio de forma indirecta pero poderosa.
7. Meditar y practicar la atención plena
La meditación y el mindfulness (atención plena) son herramientas cada vez más valoradas por su impacto en la salud emocional. En relación con el amor propio, ayudan a observar los propios pensamientos y emociones sin juzgarlos, a desarrollar la autoconciencia y a conectar con el momento presente.
Muchas veces, la falta de amor propio está alimentada por historias mentales repetidas: “no soy suficiente”, “nadie me quiere”, “siempre fracaso”. La práctica del mindfulness no pretende eliminar esos pensamientos, sino cambiar la relación que tenemos con ellos.
¿Cómo iniciarse en este camino?
– Comenzar con sesiones breves de 5 a 10 minutos diarios de respiración consciente o meditación guiada.
– Observar con curiosidad (y no con juicio) los pensamientos que aparecen.
– Integrar momentos de atención plena durante el día: al comer, al caminar, al ducharse.
A medida que se desarrolla esta habilidad, crece también la posibilidad de habitarse con más calma, aceptación y cariño.
Amor propio: un camino que se transita, no un destino final
Cultivar el amor propio no es un acto egoísta ni una tarea reservada para personas “espirituales” o “fuertes”. Es un proceso humano, imperfecto y profundamente necesario. En un mundo que muchas veces premia la autoexigencia, la productividad y la apariencia por encima del bienestar real, quererse a uno mismo se vuelve un acto de resistencia.
El amor propio no es pensar que uno es perfecto, sino tratarse con respeto incluso cuando se siente roto. Y en ese sentido, cada pequeño gesto, cada elección consciente, cada palabra amable dirigida hacia uno mismo suma.
Estos siete ejercicios no pretenden ser una solución definitiva, pero sí un punto de partida. Como todo lo valioso, el amor propio requiere tiempo, constancia y voluntad. Pero los frutos que da —en forma de paz interior, mayor autoestima y relaciones más sanas— hacen que el esfuerzo valga la pena.
Si hoy no sabes por dónde empezar, elige uno. El que más resuene. Y hazlo con la certeza de que estás dando un paso hacia una relación más amorosa con la persona más importante de tu vida: vos mismo.