El daño silencioso del sedentarismo: cómo la inactividad amenaza cuerpo y mente

Última actualización:
2025-10-16

El daño silencioso del sedentarismo: cómo la inactividad amenaza cuerpo y mente

Tabla de contenidos

El cuerpo se transforma más rápido de lo que creemos

Uno podría pensar que los cambios físicos por inactividad aparecen con el tiempo. Sin embargo, basta con dejar de hacer ejercicio durante un par de semanas para que el cuerpo lo resienta. El metabolismo puede disminuir hasta un 4 % en ese corto período, lo que se traduce en aumento de peso, acumulación de grasa abdominal, disminución de masa muscular y mayor fatiga. Como lo detalló Infobae, incluso personas que anteriormente llevaban una vida activa pueden experimentar este declive de forma acelerada.

La capacidad cardiorrespiratoria también se ve comprometida: el corazón se vuelve menos eficiente, la presión arterial tiende a elevarse, y la circulación se vuelve más lenta. Esta inactividad física sostenida puede contribuir al desarrollo de enfermedades crónicas como la hipertensión, la diabetes tipo 2, el colesterol alto e incluso el cáncer. Pero los efectos no se detienen ahí.

Cuando la mente también se apaga

La salud mental no es inmune al sedentarismo. De hecho, es una de las primeras en resentirse. La falta de actividad física incide directamente en la reducción de neurotransmisores clave como la serotonina y la dopamina, sustancias que regulan el estado de ánimo, el placer y la motivación. Las personas que pasan muchas horas al día sin moverse tienden a reportar mayores niveles de ansiedad, estrés e incluso síntomas depresivos.

Además, al dejar de movernos, se interrumpe la producción de BDNF, una proteína esencial para la plasticidad cerebral y la memoria. Esto puede explicar por qué la inactividad va de la mano con problemas de concentración, dificultades para aprender y una menor capacidad para adaptarse a cambios o situaciones nuevas.

La trampa de la comodidad

Vivimos en una era donde casi todo está al alcance de un clic. Pedimos comida, trabajamos, estudiamos y socializamos desde una silla. Esta aparente comodidad esconde una trampa: nos desconecta del cuerpo, nos adormece física y emocionalmente. No se trata de demonizar la tecnología, sino de reconocer que el diseño de nuestras rutinas está siendo moldeado por una lógica que nos conduce a la quietud.

La Organización Mundial de la Salud ya lo ha advertido: el sedentarismo es el cuarto factor de riesgo de mortalidad global. Y lo más preocupante es que muchas personas no se consideran sedentarias porque hacen ejercicio tres veces por semana, sin notar que el resto del tiempo permanecen prácticamente inmóviles. En otras palabras, hacer ejercicio no siempre compensa los efectos de pasar más de ocho horas al día sentado.

[post_banner title=”¿Necesitas apoyo? Selia te ayuda” body=”Sana tus heridas con terapia online personalizada. ¡Agenda una consulta!” cta=”Comienza ahora” cta_url=”https://users.selia.co/sign-up/?utm_source=seo&utm_medium=blog&utm_content=maneja-el-estres”]

Las consecuencias invisibles

El daño que produce el sedentarismo va más allá de lo físico. Muchas personas experimentan una especie de embotamiento emocional: pierden la motivación, la energía y el deseo de vincularse. Las pausas activas, los momentos de movimiento a lo largo del día, son más que una recomendación médica. Son una necesidad emocional.

Según Infobae, dejar de hacer ejercicio no solo deteriora la musculatura y el sistema inmune. También transforma la forma en que nos percibimos. Aumenta el malestar corporal, fomenta pensamientos negativos, alimenta la culpa y nos distancia del placer que genera el movimiento.

Cómo comenzar a cambiar

Romper con el sedentarismo no requiere grandes hazañas deportivas. El cuerpo agradece incluso los gestos más simples. Caminar cinco minutos por cada hora que se pasa sentado, subir escaleras, estirarse durante una videollamada o realizar tareas domésticas activas puede marcar la diferencia.

Incorporar rutinas de movilidad ligera al despertar, programar alarmas para levantarse cada tanto, usar escritorios altos o caminar durante llamadas telefónicas son estrategias efectivas. No se trata de reemplazar el gimnasio, sino de reencontrarse con la corporalidad.

Además, actividades como bailar, jugar con mascotas, realizar caminatas al aire libre o practicar yoga ofrecen beneficios combinados: mejoran el estado de ánimo, estimulan el sistema cardiovascular y fortalecen el vínculo con el cuerpo.

El movimiento como medicina emocional

La relación entre el ejercicio físico y el bienestar emocional ha sido ampliamente estudiada. Moverse genera endorfinas, las llamadas “hormonas de la felicidad”, que actúan como antidepresivos naturales. Además, aumenta la autoestima, mejora la percepción de autoeficacia y reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés.

En SELIA entendemos que el movimiento no es solo una cuestión estética o deportiva. Es un derecho emocional. Una forma de reconectar con el presente, liberar tensiones acumuladas y reconquistar la energía vital. El sedentarismo no es solo inactividad: es un proceso de desconexión que empobrece la experiencia humana.

El desafío de la persistencia

Comenzar a moverse puede ser difícil, especialmente para quienes llevan años atrapados en rutinas sedentarias. El cuerpo resiste, la mente boicotea, y el entorno muchas veces no ayuda. Por eso es clave empezar por metas pequeñas, realistas y alcanzables.

Cinco minutos diarios. Eso basta para iniciar el cambio. Luego vendrán diez, luego veinte. El progreso no reside en la intensidad sino en la constancia. Convertir el movimiento en parte de la vida cotidiana es un acto de amor propio.

Una mirada más amable y colectiva

Combatir el sedentarismo también requiere una mirada social. Crear entornos laborales más dinámicos, escuelas con pausas activas y espacios públicos que inviten al movimiento es fundamental. La cultura del rendimiento, que asocia el valor con la productividad frente a una pantalla, debe ser cuestionada.

El movimiento debe ser accesible, libre de juicios y de barreras estéticas. Caminar no debería ser un lujo urbano, ni correr una exigencia estética. Se trata de reconocer el poder del cuerpo como un recurso de salud integral, no como un objeto a transformar.

Reconciliarse con el cuerpo

En un mundo hiperconectado, moverse es también un acto de resistencia. Frente a la alienación, el estrés y la ansiedad, la actividad física ofrece una vía de reconexión. No solo con el cuerpo, sino con las emociones, con la presencia, con el sentido del tiempo.

En SELIA promovemos esta visión del movimiento: no como una obligación, sino como una oportunidad. Reencontrarse con el placer de caminar, de estirarse, de danzar o de moverse libremente es parte del camino hacia el bienestar emocional.

Reactivar para sanar

El sedentarismo es una amenaza latente que, al ser silenciosa, muchas veces pasa desapercibida. Pero sus consecuencias se acumulan y dejan huella. Por eso es urgente actuar, no desde la culpa, sino desde el cuidado.

Moverse es recordar que estamos vivos. Que habitamos un cuerpo con capacidad de transformación, de disfrute y de expresión. Que la salud mental también se construye desde los músculos, desde la piel, desde la respiración.

Y no hay que esperar al lunes, al mes que viene o a tener tiempo. Basta con dar un paso. Porque cada paso cuenta, cada pausa activa suma. Y en ese gesto simple de levantarse, comienza la revolución silenciosa del autocuidado.

Preguntas frecuentes sobre el sedentarismo

1. ¿Cuánto tiempo sentado se considera sedentarismo?
Más de 6 a 8 horas diarias sin interrupciones de movimiento puede considerarse un estilo de vida sedentario, aunque se realicen ejercicios ocasionales.

2. ¿Qué enfermedades están asociadas al sedentarismo?
La inactividad prolongada se vincula con hipertensión, diabetes tipo 2, obesidad, enfermedades cardiovasculares y trastornos de salud mental como depresión y ansiedad.

3. ¿Cómo combatir el sedentarismo sin ir al gimnasio?
Pequeños cambios como caminar al hablar por teléfono, usar escaleras, hacer pausas activas cada hora y realizar estiramientos diarios son suficientes para empezar a transformar tu bienestar.

Si tú o alguien que conoces está experimentando una emergencia o una crisis y necesita ayuda inmediata, llama a la línea 192 opción 4 (en Colombia) o dirígete a la sala de emergencia más cercana. Encuentra recursos adicionales para crisis.