
Cuándo es el momento adecuado para llevar un niño a terapia psicológica
El bienestar emocional de los niños y adolescentes es una pieza clave para su desarrollo integral. En países como México y Colombia, donde los cambios sociales, económicos y culturales plantean retos cada vez mayores a las familias, el cuidado de la salud mental infantil es más relevante que nunca. Sin embargo, persisten mitos y desconocimiento sobre cuándo es necesario buscar ayuda profesional para los hijos.
Aunque durante años se pensó que la salud mental era un tema que concernía únicamente a los adultos, hoy se sabe que los trastornos emocionales pueden comenzar desde edades muy tempranas. Los niños y adolescentes también experimentan ansiedad, tristeza profunda, problemas de autoestima o dificultades conductuales que, si no son atendidos oportunamente, pueden repercutir en su vida adulta.
La salud mental infantil es un aspecto central para el desarrollo cognitivo, social y emocional de los menores. Por ello, los padres, educadores y cuidadores tienen la enorme responsabilidad de aprender a identificar las señales de alerta que podrían indicar la necesidad de iniciar un proceso terapéutico.
Es natural que los niños atraviesen por cambios de ánimo o momentos de frustración a medida que crecen. Sin embargo, cuando estos comportamientos se prolongan o se intensifican, es momento de prestar mayor atención. Algunas de las señales más comunes que pueden indicar que un menor necesita apoyo psicológico son:
Estos signos no siempre indican un trastorno mental grave, pero sí requieren ser evaluados por un profesional de la salud mental infantil que pueda valorar la situación en su contexto.
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La infancia y la adolescencia no están exentas de trastornos emocionales y conductuales. Entre los más comunes, tanto en México como en Colombia, los especialistas identifican los siguientes:
Estos trastornos pueden interferir en el rendimiento escolar, las relaciones sociales y el bienestar general del menor si no reciben la atención oportuna.
En América Latina todavía existe el mito de que los niños son incapaces de deprimirse. Sin embargo, los expertos insisten en que la depresión infantil es una realidad que necesita ser visibilizada. A diferencia de los adultos, los niños no siempre expresan verbalmente su tristeza. En muchos casos, lo manifiestan a través de la irritabilidad, los problemas de conducta, el aislamiento o las molestias físicas recurrentes.
Es fundamental que los padres no desestimen los cambios emocionales de sus hijos, incluso si parecen menores. Un episodio de tristeza prolongada, acompañado de baja autoestima, fatiga constante y pérdida de interés en actividades habituales, puede ser una señal clara de un cuadro depresivo.
Las causas de los trastornos mentales infantiles son diversas y pueden ser resultado de una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. Entre los principales desencadenantes se encuentran:
El entorno familiar es un pilar fundamental en la salud emocional de los niños. Un hogar que brinda amor, contención y comunicación abierta puede amortiguar muchos de los factores de riesgo mencionados.
La intervención oportuna es crucial para evitar que los problemas emocionales se agraven o se prolonguen innecesariamente durante la vida adulta. Cuanto antes se identifiquen los signos de alerta y se reciba atención especializada, mayores serán las posibilidades de recuperación y bienestar para el niño.
El acceso temprano a la atención psicológica no solo alivia el sufrimiento actual del menor, sino que también previene consecuencias futuras como dificultades escolares crónicas, problemas de comportamiento más graves, adicciones o trastornos emocionales en la adultez.
Tanto en México como en Colombia, uno de los mayores desafíos es combatir la desinformación y el estigma que aún persiste alrededor de la salud mental infantil. Muchos padres temen que llevar a su hijo a terapia sea sinónimo de “fracaso” o que pueda etiquetarlo de manera negativa. Sin embargo, buscar ayuda es, precisamente, una demostración de responsabilidad y amor hacia el bienestar de los hijos.
Los educadores, por su parte, también juegan un papel clave. Son quienes conviven muchas horas al día con los niños y pueden detectar alteraciones en su comportamiento escolar, dificultades para socializar o cambios repentinos en su rendimiento académico. Un trabajo articulado entre padres, maestros y profesionales de la salud mental permite un abordaje integral de cada caso.
Muchos padres sienten temor o incertidumbre sobre lo que implica llevar a su hijo a terapia psicológica. Es importante aclarar que el objetivo principal de la terapia infantil es ofrecer un espacio seguro y confiable donde el menor pueda expresar sus emociones, hablar de sus miedos, identificar sus dificultades y aprender estrategias para gestionar sus sentimientos.
Los psicólogos infantiles utilizan herramientas adaptadas a la edad del paciente, como:
Estas técnicas permiten que los niños se sientan cómodos y puedan abordar temas difíciles sin sentirse presionados. Al mismo tiempo, los padres reciben orientación sobre cómo acompañar emocionalmente a sus hijos en casa.
La terapia no es un castigo, es un regalo que le permite al niño desarrollar resiliencia y habilidades emocionales saludables.
En ambos países latinoamericanos todavía hay sectores que consideran la terapia como un recurso extremo, cuando los problemas ya son graves. Sin embargo, la psicología infantil es, ante todo, preventiva. Un acompañamiento profesional puede incluso evitar que pequeñas dificultades emocionales se transformen en problemas mayores.
La salud mental debe dejar de ser un tema tabú dentro de las familias. Los niños necesitan saber que está bien pedir ayuda, que expresar emociones no es un signo de debilidad y que siempre hay herramientas para sentirse mejor.
Por último, es fundamental entender que la salud mental infantil no es un fenómeno aislado. Los padres también deben cuidar su propio bienestar emocional. Los hijos perciben el estrés, el agotamiento o los problemas no resueltos de sus cuidadores. Cuando los adultos practican el autocuidado, la regulación emocional y una comunicación saludable, transmiten modelos de afrontamiento positivo a los menores.
Los niños no solo aprenden de lo que les decimos, sino, sobre todo, de lo que ven en nosotros.
En México, Colombia y toda América Latina, hablar de salud mental infantil es hablar de futuro. La detección temprana, la intervención profesional oportuna y el acompañamiento amoroso de la familia marcan la diferencia en la vida de los niños.










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