
Día Mundial de la Conciencia sobre el Estrés: un desafío colectivo
Este día no solo busca sensibilizarnos sobre sus efectos, sino también promover estrategias efectivas para manejarlo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el estrés laboral afecta a más del 60% de los trabajadores en países industrializados, y su impacto va desde trastornos de ansiedad hasta enfermedades cardiovasculares.
Pero, ¿qué es realmente el estrés? ¿Cómo diferenciar una respuesta adaptativa de un problema crónico? Y, sobre todo, ¿qué podemos hacer para gestionarlo mejor?
El estrés es, en esencia, un mecanismo de supervivencia. Ante una amenaza —real o percibida—, nuestro cuerpo activa el sistema de “lucha o huida”, liberando hormonas como el cortisol y la adrenalina. Este proceso nos prepara para reaccionar con rapidez, ya sea enfrentando el peligro o evitándolo.
Sin embargo, cuando este estado se prolonga —por exceso de trabajo, problemas económicos, conflictos personales o incluso la sobreexposición a noticias negativas—, el cuerpo no logra desactivarse. El estrés crónico debilita el sistema inmunológico, aumenta el riesgo de hipertensión, trastornos digestivos, ansiedad y depresión.
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El estrés no siempre se anuncia con claridad. A veces, se esconde detrás de síntomas físicos o cambios emocionales sutiles. Algunas de sus manifestaciones más comunes incluyen:
Ignorar estas señales puede llevar a un deterioro progresivo de la salud. Por eso, reconocerlas a tiempo es el primer paso para tomar acción.
Manejar el estrés no se trata solo de “tomarse las cosas con calma“. Requiere herramientas concretas y cambios en el estilo de vida. Algunas estrategias respaldadas por la ciencia incluyen:
El agotamiento muchas veces surge de la incapacidad de decir “no“. Aprender a priorizar tareas, delegar responsabilidades y evitar la sobrecarga laboral es fundamental. La técnica del “time blocking“ (asignar tiempos específicos a cada actividad) puede ayudar a organizar mejor el día.
El ejercicio no solo libera endorfinas —hormonas del bienestar—, sino que también reduce los niveles de cortisol. Caminar, yoga, natación o incluso bailar son excelentes opciones para aliviar la tensión acumulada.
La meditación, la respiración diafragmática y la relajación muscular progresiva han demostrado ser efectivas para reducir la ansiedad. Apps como Headspace o Calm ofrecen guías útiles para principiantes.
El apoyo emocional de amigos, familiares o grupos de ayuda actúa como un amortiguador contra el estrés. Hablar de lo que nos preocupa —incluso con un profesional— evita que las emociones se acumulen.
Dormir bien es clave para la regulación emocional. Evitar pantallas antes de acostarse, mantener horarios regulares y crear un ambiente tranquilo mejora la calidad del descanso.
Según un informe de la Agencia Europea para la Seguridad y la Salud en el Trabajo, el estrés laboral es la segunda causa más frecuente de problemas de salud en el entorno profesional. Las largas jornadas, la falta de control sobre las tareas y la presión por resultados contribuyen a este fenómeno.
Empresas con políticas de “wellbeing corporativo“ —como horarios flexibles, espacios de descanso y programas de salud mental— reportan mayor productividad y menor rotación de personal. Como sociedad, necesitamos romper el estigma de hablar sobre el estrés en el ámbito laboral.
El Día Mundial de la Conciencia sobre el Estrés no es solo una fecha simbólica; es una invitación a repensar nuestro ritmo de vida. Pequeños cambios —como tomar pausas activas, practicar gratitud o desconectarse periódicamente de lo digital— pueden marcar una gran diferencia.
En SELIA, creemos que la salud mental es un derecho, no un privilegio. Si el estrés está afectando tu vida, busca ayuda. Psicólogos, terapeutas y coaches especializados pueden guiarte hacia un manejo más saludable de las presiones diarias.
Hoy, pregúntate: ¿Cómo puedo cuidarme mejor? Porque gestionar el estrés no es un acto de egoísmo, sino de supervivencia.










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