
Cómo apagar el fuego interno: la técnica de tres pasos para salir del enojo
El enojo es una de las emociones más intensas que podemos experimentar. Surge en respuesta a sentimientos de injusticia, amenaza o frustración, y cumple una función evolutiva: protegernos, advertirnos y energizarnos para actuar. Sin embargo, cuando nos quedamos atrapados en el enojo, en lugar de gestionarlo, esa energía puede volverse destructiva, afectando relaciones, bienestar emocional y salud física.
El primer obstáculo para recuperar la calma suele estar en que reaccionamos antes de darnos cuenta. El psicólogo Charles H. Browning propone detener ese impulso: capturar el pensamiento. No se trata de ignorar el enojo, sino de identificarlo con claridad.
Durante una discusión o situación que enciende el enojo, surge una cascada de pensamientos automáticos —“me están faltando el respeto”, “así no se hace”, “no me importa nada este otro”. El primer paso es detenerse un momento, reconocer y nombrar esa emoción interna: “Estoy sintiendo enojo porque…”.
¿Por qué funciona?
El etiquetado emocional —nombrar lo que sentimos— activa la corteza prefrontal, la parte del cerebro que regula impulsos. Así, ganamos espacio para reflexionar, en lugar de reaccionar impulsivamente infobae.com.
Una vez capturado el pensamiento, llega el momento de redefinirlo. Aquí nos preguntamos:
Este ejercicio de reencuadre libera de la carga emocional para ver con mayor claridad qué parte merece atención y cuál es una exageración automática.
¿Por qué funciona?
Los pensamientos distorsionados —como la personalización, el pensamiento “todo o nada”, la sobregeneralización— refuerzan el enojo, la culpa o la desconfianza . Identificarlos y cuestionarlos debilita su poder emocional y reduce su influencia en nuestro comportamiento.
El corazón de la técnica es reemplazar ese pensamiento negativo por otro que nos centre y nos devuelva el control:
Este nuevo enfoque no elimina el enojo por arte de magia, pero sí cambia la reacción emocional y conduce a decisiones más saludables y sensatas.
¿Por qué funciona?
La inteligencia emocional no consiste en no sentir, sino en seleccionar cómo reaccionar. Al reemplazar un pensamiento reactivo por un pensamiento empoderador, usamos la emoción como brújula, no como detonador destructivo.
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Según Silveyra y Moreschi, quienes se ofenden con facilidad suelen tener baja autoestima, inseguridad, sensibilidad interpersonal y patrones narcisistas, lo que los predispone al enojo prolongado. Para estas personas, detener la ofensa antes de proyectarla al otro es especialmente valioso.
Un paso proactivo permite actuar antes del daño.
Ejercicio físico breve
Mover el cuerpo —una caminata ligera, unos minutos de estiramiento— ayuda a regular los niveles de cortisol y adrenérgicos. Como menciona Daniel López Rosetti, detenerse físicamente ayuda a detener la intensidad emocional.
Respiración consciente
Respirar profundamente, contando hasta cinco al inhalar y exhalar, activa el sistema nervioso parasimpático y genera una respuesta calmante.
Pausa física
Alejarse del espacio conflictivo —salir al baño, a la calle un par de minutos— ofrece el distanciamiento necesario para reflexionar sin presión.
Journaling emocional
Escribir lo que sentimos es otra forma de “capturar” la emoción y hacer el paso uno de forma tangible, incluso tomando distancia emocional.
La técnica de tres pasos es útil, pero puede no ser suficiente en casos de:
En esos casos, combinarla con terapia cognitivo-conductual, habilidades de regulación emocional y apoyo profesional es clave.
Dominar el enojo no es reprimirlo, sino transformarlo. Esta técnica de tres pasos fomenta el autoconocimiento, la gestión emocional y la toma de decisiones más empáticas. No elimina el enojo como emoción, pero sí evita que nos domine o que cause daño a nuestros vínculos.
En SELIA, creemos que recursos sencillos y fundamentados pueden marcar una diferencia significativa en la vida de las personas. Capturar, redefinir y reemplazar no solo es una forma de gestionar el enojo: es una manera de proteger el bienestar emocional y construir vínculos más saludables, compasivos y conscientes.










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