El vacío después del adiós: la historia de un hijo que perdió a su madre

Última actualización:
2025-10-16

El vacío después del adiós: la historia de un hijo que perdió a su madre

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Bogotá amanece fría, como la mayoría de mañanas desde que la madre de Javier murió. En su apartamento cerca a la universidad donde dicta clases de economía, las paredes están llenas de fotos de ella: en su graduación, en sus viajes, en cada momento importante de su vida. A sus 52 años, Javier enfrenta un dolor que nunca imaginó: por primera vez, está completamente solo.

La historia de Javier es la de un hijo dedicado. Criado por una madre soltera en Cali, recuerda cómo doña Rosa vendía empanadas para pagar sus estudios. “Cuando me aceptaron en la Nacional, ella dijo que vendía hasta la última cuchara con tal de verme profesional“, cuenta con voz quebrada. Esa devoción marcó su vida: mientras sus compañeros formaban familias, él se dedicó a cuidar a su madre y avanzar en su carrera. “Ella era mi hogar, mi confidente, mi todo“, admite.

El día que el mundo se detuvo

Doña Rosa murió de un infarto en plena pandemia. Por las restricciones, Javier ni siquiera pudo estar a su lado en el hospital. “La última vez que la vi con vida fue cuando salió en ambulancia. Me dijo ‘no te preocupés, mijo’, como siempre“, relata. Esa frase lo persigue cada noche.

El duelo se convirtió en su sombra. Como docente, sigue dando clases de manera automática, pero confiesa que “ya nada tiene sentido“. Sus estudiantes notan el cambio: “El profe antes era estricto, pero apasionado. Ahora parece un fantasma“, comenta uno de ellos.

Sin ella, ¿quién soy?“: la crisis existencial

En terapia con expertos de SELIA, Javier enfrenta una verdad dolorosa: construyó su identidad alrededor de su madre. “No tengo esposa, hijos, ni siquiera hobbies. Todo lo hacía por ella“, reconoce. Su terapeuta, el psicólogo especializado en duelo, explica: “Javier no solo perdió a su madre. Perdió su razón para levantarse cada mañana“.

Los pensamientos suicidas comenzaron tres meses después del funeral. “No es que quiera morir“, aclara Javier, “es que no sé cómo vivir sin ella“. Guarda los medicamentos que le recetaron para la ansiedad “por si algún día son suficientes“, aunque promete en terapia no usarlos.

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Parte de su tratamiento incluyó escribir cartas a su madre. En una de ellas, le cuenta:

“Mamá, hoy cumpliste seis meses de habernos dejado. El departamento huele todavía a tu tinto de las mañanas. A veces me despierto creyendo escucharte cantar esos boleros que tanto te gustaban. Los estudiantes me preguntan por qué ya no los regaño como antes. No les digo que es porque regañar era algo que aprendí de ti, y ahora me duele el alma”.

Estas cartas, guardadas en una caja que fue de su madre, se han convertido en un puente entre el dolor y la aceptación.

Reaprender a vivir

El proceso es lento. Javier está aprendiendo a:

  1. Construir una red de apoyo: aceptó unirse al grupo de docentes de su facultad para tomar café los viernes.
  2. Redescubrir sus gustos: por primera vez a los 52 años, está tomando clases de cocina. “Ella siempre me dijo que no servía para eso. Quizá por eso quiero intentarlo“, dice con una sonrisa tímida.
  3. Permitirse el dolor: “Ahora entiendo que llorar no es traicionarla. Es amarla en presente“, reflexiona.

Un mensaje para quienes atraviesan el mismo dolor

Javier quiere que otros en su situación sepan que “el duelo no tiene fecha de caducidad“. En SELIA, recordamos que perder a un ser querido, especialmente cuando era nuestro principal vínculo, puede sentirse como perder el suelo bajo los pies. Pero como Javier está aprendiendo: “El amor no termina con la muerte. Solo cambia de forma“.

Si te identificas con esta historia, busca ayuda. El duelo no es una travesía que debas recorrer solo. Javier lo resume así: “Aún no sé quién soy sin ella, pero estoy aprendiendo a descubrirlo. Paso a paso, como ella me enseñó a caminar“.


*La historia ficticia retrata los cientos de casos de pacientes de SELIA, en la búsqueda de formar conciencia con compasión en la sociedad.

Si tú o alguien que conoces está experimentando una emergencia o una crisis y necesita ayuda inmediata, llama a la línea 192 opción 4 (en Colombia) o dirígete a la sala de emergencia más cercana. Encuentra recursos adicionales para crisis.