Parejas que dicen “me voy” una y otra vez: cuando la amenaza se convierte en rutina

Última actualización:
2025-10-16

Parejas que dicen “me voy” una y otra vez: cuando la amenaza se convierte en rutina

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Amenazas frecuentes: una forma silenciosa de manipulación

En muchos casos, quienes responden con esta amenaza lo hacen sin indagar en la raíz del conflicto; simplemente intentan cortar la tensión por la vía rápida. Psicólogos especializados definen este patrón como un tipo de chantaje emocional, donde se utiliza el miedo, la culpa y la obligación para manipular al otro.

El desgaste emocional como destino casi inevitable

Amenazar con irse puede generar alivio temporal, pero al hacerlo de forma repetida se instala un ciclo tóxico: ansiedad, culpabilidad, sumisión y auto-desvalorización. Quien lo recibe suele sentir constantes dudas sobre la permanencia de la relación, y acaba adaptándose a demandas crecientes para evitar el abandono.

La autoestima se erosiona y emerge una sensación de indefensión, mientras la ansiedad crece, en un proceso que puede terminar en ruptura ¿sin salida? y sin posibilidad de reconstrucción amistosa .

Control, poder y las consecuencias ocultas

El trasfondo emocional de esta conducta suele ser una mezcla de ansiedad, necesidad de control y miedo al conflicto. De acuerdo con expertos, la amenaza de ruptura crea una asimetría de poder. Uno impone miedo, mientras el otro cede para evitarlo.

Esto no se limita a escenarios puntuales: es una forma constante de manejo del otro. Puede no haber maltrato explícito, pero está presente el riesgo de violencia emocional—una forma sutil y profunda de maltrato psicológico.

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¿Cuál es el costo relacional?

  1. Desconfianza permanente. Vivir con la incertidumbre de que la ruptura está a la vuelta de la esquina disminuye la capacidad de relajarse emocionalmente y construir intimidad.
  2. Ciclos de discusión estresantes. Las amenazas disparan nuevos episodios de conflicto, creando un ambiente emocional “explosivo”, donde todo puede estallar de nuevo.
  3. Auto-censura emocional. Muchas personas terminan callando sus emociones para evitar desencadenar amenazas, sacrificando la propia voz y autenticidad .
  4. Deterioro mental progresivo. El miedo constante puede disparar ansiedad generalizada, estrés crónico y en algunos casos síntomas depresivos .
  5. Ruptura o sumisión como destinos preconfigurados. La relación acaba degenerando en sumisión prolongada o ruptura traumática .

Diferencia entre amenaza y comunicación

Es importante diferenciar entre comunicar un malestar profundo desde la calma y amenazar para obtener una ventaja emocional. La primera invita al diálogo, la segunda refuerza efectos destructivos. García Fuentes sugiere reemplazar la amenaza por: “Vamos a buscar una solución”, o si no hay forma de corregir el daño, “podemos plantear una ruptura desde el respeto”.

Psicología de la separación: ¿quién deja a quién importa?

Las rupturas saludables no deben implicar humillación ni manipulación. Como señala Alicia González, “forzar al otro a ser quien cierre la relación puede funcionar como arma para dañar reputación y generar culpa”. Cuando amenazar se vuelve habitual, ya no es solo un aviso: es una forma de chantaje que impide una salida limpia o constructiva.

Estrategias saludables para manejar el conflicto

  1. Reconocer la amenaza como manipulación y no como muestra de amor.
  2. Establecer límites claros, por ejemplo: “No acepto que se amenace con irte mientras no hablemos de esto”.
  3. Reformular la frase amenazante por un planteo de diálogo o una pausa temporal.
  4. Activar ayuda especializada, ya sea terapia individual o de pareja, para frenar este ritmo destructivo.
  5. Reevaluar la relación, discernir si vale la pena restaurarla o es momento de salir con dignidad emocional.

¿Cuándo buscar ayuda profesional?

El acompañamiento es importante en al menos tres casos:

Buscar ayuda no es señal de fracaso, sino de responsabilidad afectiva consigo mismo y con el vínculo.

Del miedo al abandono al encuentro con la dignidad

Amenazar con irse puede sentirse como un recurso para hacer sentir en vértigo al otro, pero a la larga destruye la base de toda relación: la confianza. Paralelamente, quienes viven estas amenazas cotidianas suelen pagar el precio de la ansiedad, el desmoronamiento emocional y la pérdida de raíces afectivas.

En SELIA defendemos que las relaciones—incluso las que terminan—merecen desarrollarse desde la comunicación, el respeto mutuo y el cuidado de la salud mental. Si este patrón te hace daño, recuerda: no estás obligado a soportarlo. Hablar, poner límites y buscar apoyo es un acto de amor por ti y por un futuro más digno.

Si tú o alguien que conoces está experimentando una emergencia o una crisis y necesita ayuda inmediata, llama a la línea 192 opción 4 (en Colombia) o dirígete a la sala de emergencia más cercana. Encuentra recursos adicionales para crisis.