Ego: Qué es y cómo influye en nuestras decisiones

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Curado por: Camilo Sáenz-Moncaleano, PhD

Camilo es un psicólogo con más de 12 años de experiencia académica. Actualmente se desempeña como profesor universitario y consultor en temas de alto rendimiento, bienestar y salud mental.

En este artículo hablamos de:

¿Alguna vez te has preguntado por qué reaccionas de cierta manera ante situaciones específicas? ¿Por qué a veces te sientes inseguro o te cuesta aceptar críticas? La respuesta podría estar en tu ego. El ego es un concepto fundamental en la psicología que influye en cómo nos percibimos a nosotros mismos y cómo interactuamos con el mundo.

En este artículo, exploraremos la definición del ego, cómo se forma y cómo afecta nuestras decisiones, relaciones y bienestar general. Descubriremos cómo el ego puede ser tanto una fuente de fortaleza como un obstáculo para el crecimiento personal. También te presentaremos estrategias para gestionar tu ego de manera saludable y desarrollar una mayor autoconciencia.

Si te interesa comprender mejor tu propio ego y cómo puedes usarlo para tu beneficio, ¡sigue leyendo! Te invitamos a descubrir cómo el ego puede ser tu aliado en el camino hacia una vida más plena y satisfactoria.

¿Qué es el Ego?

El ego, en términos psicológicos, es una parte fundamental de nuestra mente que juega un papel crucial en cómo percibimos el mundo y cómo interactuamos con él. Es como un mediador entre nuestros deseos más básicos, impulsados por el id, y las normas sociales y morales que nos impone el superyó.

Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, describió el ego como un componente de la mente que busca la satisfacción de los deseos del id, pero teniendo en cuenta las restricciones del superyó. En otras palabras, el ego busca un equilibrio entre nuestras necesidades y deseos, y las exigencias del mundo exterior. Por ejemplo, si tienes hambre (id), el ego te impulsará a buscar comida, pero también te hará considerar las consecuencias de robarla (superyó).

Otras teorías, como la de Carl Jung, definen el ego como el sentido de identidad personal, la imagen que tenemos de nosotros mismos. Es la parte de la mente que nos permite sentirnos únicos y diferenciados de los demás. El ego se construye a través de nuestras experiencias, relaciones y aprendizajes a lo largo de la vida.

En la vida diaria, el ego se manifiesta de diversas maneras. Por ejemplo, la necesidad de reconocimiento, la búsqueda de aprobación, la defensa del propio punto de vista o la tendencia a compararse con los demás son algunas de las expresiones del ego. En general, el ego busca mantener una imagen positiva de sí mismo, incluso si esto implica distorsionar la realidad o negar nuestras propias limitaciones.

¿Qué no es el Ego?

Es importante aclarar que el ego no es lo mismo que la autoestima, el orgullo o la arrogancia. Si bien el ego puede contribuir a una sensación de confianza y seguridad en uno mismo, cuando se vuelve excesivo o descontrolado, puede tener consecuencias negativas en nuestras relaciones, nuestro bienestar emocional y nuestro crecimiento personal.

El ego no es sinónimo de individualidad o de ser auténtico. De hecho, un ego inflado puede impedir que nos conectemos genuinamente con los demás y que nos conozcamos a nosotros mismos de manera profunda. La verdadera individualidad se basa en la autoaceptación, la compasión y la capacidad de conectar con los demás desde un lugar de autenticidad, no de superioridad.

Señales de que el Ego domina tu comportamiento

Cuando el ego se vuelve excesivo, puede tomar el control de nuestras acciones y decisiones, llevando a comportamientos que no son saludables ni beneficiosos para nosotros mismos o para nuestras relaciones. Es importante estar atentos a las señales que indican que el ego está dominando nuestro comportamiento, para poder tomar medidas y recuperar el equilibrio.

A continuación, te presentamos algunas señales de alerta que pueden indicar que el ego está controlando tu comportamiento:

Fusión con el pensamiento

Una de las señales más comunes de un ego dominante es la fusión con el pensamiento. Esto significa que identificamos nuestro yo con nuestros pensamientos, creyendo que somos nuestros pensamientos. Cuando esto ocurre, nos volvemos demasiado identificados con nuestras ideas, creencias y opiniones, y nos cuesta aceptar perspectivas diferentes. Esto puede llevar a una rigidez mental, a la intolerancia hacia otras opiniones y a la dificultad para aprender de los demás.

Por ejemplo, si alguien te critica por un error que has cometido, un ego inflado podría llevarte a defenderte con vehemencia, sin considerar la posibilidad de que la crítica sea válida. En lugar de escuchar y aprender de la experiencia, te enfocas en proteger tu imagen y tu ego.

Búsqueda constante de aprobación externa

Otra señal de un ego dominante es la búsqueda constante de aprobación externa. Cuando nuestro ego está en control, necesitamos que los demás nos aprueben y nos validen constantemente. Esto puede manifestarse en la necesidad de llamar la atención, en la búsqueda de elogios y en la preocupación excesiva por la opinión de los demás.

Si constantemente necesitas que los demás te digan lo bien que lo estás haciendo, o si te sientes incómodo cuando no recibes la atención que crees que mereces, es posible que tu ego esté tomando el control. Es importante recordar que la verdadera validación proviene de nosotros mismos, no de los demás.

Resistencia al cambio

Un ego dominante también se caracteriza por la resistencia al cambio. Cuando nos identificamos demasiado con nuestras creencias, opiniones y forma de vida, nos volvemos resistentes a cualquier cambio que pueda desafiar nuestra visión del mundo. Esto puede impedirnos crecer, aprender y adaptarnos a nuevas situaciones.

Por ejemplo, si te enfrentas a una situación que te obliga a cambiar tu forma de pensar o de actuar, un ego dominante podría llevarte a aferrarte a tus viejas creencias, incluso si son perjudiciales. La resistencia al cambio puede ser un obstáculo para el crecimiento personal y la evolución.

No aceptación de la realidad

Un ego dominante también puede llevar a la negación de la realidad. Cuando nuestro ego está en control, podemos distorsionar la realidad para proteger nuestra imagen y nuestra autoestima. Esto puede manifestarse en la tendencia a minimizar nuestros errores, a exagerar nuestros logros o a negar la existencia de problemas que nos incomodan.

Por ejemplo, si has cometido un error en el trabajo, un ego inflado podría llevarte a culpar a los demás o a minimizar la gravedad del error. En lugar de aceptar la responsabilidad y aprender de la experiencia, te enfocas en proteger tu imagen y tu ego.

Autoestima dañada

Un ego dominante puede tener un impacto negativo en nuestra autoestima. Cuando nos identificamos demasiado con nuestras creencias y opiniones, podemos volvernos demasiado críticos con nosotros mismos. Esto puede llevar a una baja autoestima, a la inseguridad y a la dificultad para sentirnos satisfechos con nosotros mismos.

Por ejemplo, si te comparas constantemente con los demás y te sientes inferior, es posible que tu ego esté tomando el control. Es importante recordar que cada persona es única y tiene sus propias fortalezas y debilidades. La comparación constante con los demás solo nos lleva a la insatisfacción y a la baja autoestima.

Es importante recordar que el ego es una parte natural de nuestra mente, pero cuando se vuelve excesivo, puede tener consecuencias negativas en nuestras relaciones, nuestro bienestar emocional y nuestro crecimiento personal. Estar atentos a las señales de alerta que indican que el ego está dominando nuestro comportamiento nos permite tomar medidas para recuperar el equilibrio y vivir una vida más plena y satisfactoria.

Cómo el Ego influye en nuestras decisiones

El ego, como ya hemos visto, es una parte fundamental de nuestra identidad y juega un papel crucial en cómo percibimos el mundo y cómo interactuamos con él. Pero su influencia no se limita a nuestra percepción de la realidad, también se extiende a las decisiones que tomamos en la vida. El ego puede ser un poderoso motor de nuestras elecciones, pero también puede ser un obstáculo para la toma de decisiones racionales y objetivas.

Cuando el ego está en control, nuestras decisiones pueden estar influenciadas por el miedo, la necesidad de aprobación, el deseo de poder o la búsqueda de la satisfacción inmediata. Por ejemplo, si te ofrecen un trabajo que te da mucho dinero pero no te gusta, un ego inflado podría llevarte a aceptarlo por el reconocimiento y el estatus que te proporciona, sin considerar si realmente te hará feliz a largo plazo.

Influencia del ego en la autoestima

El ego puede tener un impacto significativo en nuestra autoestima. Cuando nuestro ego está en control, podemos ser demasiado críticos con nosotros mismos o con los demás. Esto puede llevar a una baja autoestima, a la inseguridad y a la dificultad para sentirnos satisfechos con nosotros mismos. Por ejemplo, si te comparas constantemente con los demás y te sientes inferior, es posible que tu ego esté tomando el control. Es importante recordar que cada persona es única y tiene sus propias fortalezas y debilidades. La comparación constante con los demás solo nos lleva a la insatisfacción y a la baja autoestima.

Un ego inflado puede llevarnos a buscar la aprobación de los demás de manera constante, lo que puede conducir a una dependencia emocional y a la dificultad para tomar decisiones independientes. También puede llevarnos a minimizar nuestros errores y a exagerar nuestros logros, lo que puede generar conflictos con los demás y dificultar el aprendizaje de nuestras propias limitaciones.

Competitividad y el deseo de superioridad

El ego también puede influir en nuestras decisiones al alimentar la competitividad y el deseo de superioridad. Cuando nuestro ego está en control, podemos sentir la necesidad de ser mejores que los demás, de destacar en todo lo que hacemos y de demostrar que somos superiores. Esto puede llevarnos a tomar decisiones impulsivas, a ser agresivos con los demás o a sacrificar nuestras relaciones personales por el éxito profesional.

La competitividad puede ser una fuerza motivadora, pero cuando se vuelve excesiva, puede ser perjudicial para nuestra salud mental y para nuestras relaciones. Es importante aprender a competir de manera sana, sin perder de vista nuestros valores y nuestra integridad.

Comparación constante con los demás

El ego también puede llevarnos a compararnos constantemente con los demás, lo que puede generar sentimientos de envidia, celos y resentimiento. Cuando nos comparamos con los demás, podemos sentirnos inadecuados, inseguros y frustrados. Esto puede llevarnos a tomar decisiones que no son beneficiosas para nosotros, como intentar imitar a los demás o buscar la aprobación de los demás a través de la competencia.

Es importante recordar que la comparación constante con los demás es una trampa que solo nos lleva a la insatisfacción. Cada persona tiene su propio camino y su propio ritmo. En lugar de compararnos con los demás, debemos enfocarnos en nuestro propio crecimiento personal y en alcanzar nuestras propias metas.

¿Es el Ego bueno o malo?

El ego, como hemos explorado, es una fuerza compleja que puede ser tanto beneficiosa como perjudicial. Es como una moneda con dos caras: una que nos impulsa a protegernos, a luchar por nuestros objetivos y a mantener una imagen positiva de nosotros mismos, y otra que puede llevarnos a la negatividad, la competencia y la falta de empatía.

La clave para gestionar el ego de manera saludable radica en encontrar un equilibrio entre su protección y la gestión de sus aspectos negativos. No se trata de eliminar el ego por completo, ya que esto podría llevar a una falta de autoestima y a la dificultad para defender nuestros intereses. Se trata de aprender a reconocer cuándo el ego está tomando el control y de desarrollar estrategias para mantenerlo bajo control.

Aspectos positivos del ego

El ego puede ser una fuerza poderosa que nos ayuda a:

  • Protegernos del daño: El ego nos ayuda a establecer límites y a defendernos de las amenazas externas. Por ejemplo, si alguien nos insulta, el ego puede impulsarnos a responder o a alejarnos de la situación.
  • Luchar por nuestros objetivos: El ego nos motiva a perseguir nuestros sueños y a alcanzar nuestras metas. Nos da la confianza necesaria para afrontar los desafíos y para perseverar en la búsqueda de nuestros objetivos.
  • Mantener una imagen positiva de nosotros mismos: El ego nos ayuda a sentirnos bien con nosotros mismos y a mantener una autoestima saludable. Nos permite creer en nuestras capacidades y a valorarnos como individuos.

Aspectos negativos del ego

Sin embargo, el ego también puede ser una fuerza destructiva que nos lleva a:

  • Negatividad: Un ego inflado puede llevarnos a centrarnos en los aspectos negativos de la vida, a criticar a los demás y a sentirnos constantemente insatisfechos.
  • Competitividad: El ego puede alimentar la competencia y el deseo de superioridad, lo que puede llevar a conflictos y a la dificultad para colaborar con los demás.
  • Falta de empatía: Un ego excesivo puede dificultar la capacidad de conectar con los demás y de comprender sus necesidades y emociones. Nos lleva a centrarnos en nosotros mismos y en nuestras propias necesidades, sin considerar las de los demás.

Es importante recordar que el ego es una parte natural de nuestra mente, pero cuando se vuelve excesivo, puede tener consecuencias negativas en nuestras relaciones, nuestro bienestar emocional y nuestro crecimiento personal. Estar atentos a las señales de alerta que indican que el ego está dominando nuestro comportamiento nos permite tomar medidas para recuperar el equilibrio y vivir una vida más plena y satisfactoria.

Estrategias para gestionar el Ego

Gestionar el ego de manera saludable es crucial para el bienestar emocional y el crecimiento personal. Un ego descontrolado puede llevar a la arrogancia, la inseguridad y la dificultad para conectar con los demás. Afortunadamente, existen estrategias efectivas para mantener el ego en equilibrio y aprovechar sus aspectos positivos sin sucumbir a sus influencias negativas.

Estas estrategias se basan en la autoconciencia, la autoaceptación y el desarrollo de la inteligencia emocional. Al comprender cómo funciona el ego y cómo influye en nuestras decisiones, podemos tomar medidas para gestionarlo de manera efectiva y construir relaciones más sanas y satisfactorias.

Técnicas basadas en la evidencia para mantener el ego en equilibrio

Existen técnicas basadas en la evidencia que han demostrado ser efectivas para gestionar el ego de manera saludable. Estas técnicas incluyen:

  • Terapia cognitivo-conductual (TCC): La TCC ayuda a identificar y modificar los pensamientos y comportamientos negativos que alimentan el ego. Se centra en desafiar las creencias irracionales y desarrollar patrones de pensamiento más realistas y saludables.
  • Mindfulness: La práctica de la mindfulness implica prestar atención al momento presente sin juzgar. Ayuda a desarrollar la autoconciencia y a observar los pensamientos y emociones del ego sin identificarse con ellos.
  • Meditación: La meditación puede ayudar a calmar la mente y a reducir el estrés, lo que a su vez puede ayudar a controlar el ego. La meditación también puede fomentar la compasión y la autoaceptación.

Estas técnicas pueden ser aprendidas a través de cursos, talleres o terapia con un profesional cualificado. La práctica regular de estas técnicas puede contribuir a desarrollar una mayor autoconciencia y a gestionar el ego de manera más efectiva.

Prácticas de mindfulness y autoconciencia

Además de las técnicas basadas en la evidencia, existen prácticas de mindfulness y autoconciencia que pueden ser útiles para gestionar el ego. Estas prácticas incluyen:

  • Introspección: La introspección implica reflexionar sobre nuestros pensamientos, emociones y comportamientos. Es una herramienta poderosa para identificar los patrones del ego y comprender cómo influyen en nuestras decisiones.
  • Atención plena: La atención plena implica prestar atención al momento presente sin juzgar. Ayuda a desarrollar la autoconciencia y a observar los pensamientos y emociones del ego sin identificarse con ellos.
  • Diario personal: Escribir un diario personal puede ser una forma útil de procesar nuestros pensamientos y emociones. Al escribir sobre nuestras experiencias, podemos identificar los patrones del ego y comprender cómo influyen en nuestras decisiones.

La práctica regular de estas prácticas puede ayudar a desarrollar una mayor autoconciencia y a gestionar el ego de manera más efectiva.

Autoaceptación y humildad

La autoaceptación y la humildad son dos pilares fundamentales para gestionar el ego de manera saludable. La autoaceptación implica aceptar nuestras fortalezas y debilidades sin juzgarlas. La humildad implica reconocer nuestras limitaciones y estar abiertos a aprender de los demás.

La autoaceptación y la humildad pueden ayudar a reducir la necesidad de validación externa y a disminuir la influencia del ego en nuestras decisiones. Al aceptar nuestras limitaciones y estar abiertos a aprender de los demás, podemos construir relaciones más sanas y satisfactorias.

Gestionar el ego es un proceso continuo que requiere esfuerzo y compromiso. Sin embargo, los beneficios de un ego saludable son innumerables. Al desarrollar la autoconciencia, la autoaceptación y la inteligencia emocional, podemos vivir una vida más plena y satisfactoria, construir relaciones más sanas y alcanzar nuestro máximo potencial.

Ejemplos de la influencia del Ego en la vida diaria

El ego, como hemos explorado, es una fuerza compleja que puede ser tanto beneficiosa como perjudicial. Es como una moneda con dos caras: una que nos impulsa a protegernos, a luchar por nuestros objetivos y a mantener una imagen positiva de nosotros mismos, y otra que puede llevarnos a la negatividad, la competencia y la falta de empatía. En la vida diaria, el ego se manifiesta de diversas maneras, influyendo en nuestras relaciones, decisiones y percepción del mundo. A continuación, te presentamos algunos ejemplos concretos de cómo el ego puede afectar nuestras experiencias cotidianas:

  • En las relaciones interpersonales: Un ego inflado puede llevar a la necesidad de tener siempre la razón, a la dificultad para escuchar las opiniones de los demás, a la tendencia a criticar y a la falta de empatía. Por ejemplo, si alguien te critica por un error que has cometido, un ego dominante podría llevarte a defenderte con vehemencia, sin considerar la posibilidad de que la crítica sea válida. En lugar de escuchar y aprender de la experiencia, te enfocas en proteger tu imagen y tu ego.
  • En el trabajo: Un ego excesivo puede llevar a la competencia desleal, a la búsqueda de reconocimiento constante, a la dificultad para trabajar en equipo y a la tendencia a sabotear a los demás. Por ejemplo, si un compañero de trabajo recibe un ascenso que tú también deseabas, un ego inflado podría llevarte a sentir envidia, a criticar su trabajo o a intentar sabotearlo. En lugar de enfocarte en tu propio crecimiento profesional, te enfocas en compararte con los demás y en sentirte superior.
  • En la familia: Un ego dominante puede llevar a la dificultad para expresar emociones, a la tendencia a manipular a los demás, a la necesidad de controlar a los demás y a la falta de respeto por los límites. Por ejemplo, si un miembro de tu familia te pide ayuda, un ego inflado podría llevarte a negarte, a minimizar sus necesidades o a intentar imponer tu propia voluntad. En lugar de ofrecer apoyo y comprensión, te enfocas en proteger tu propia imagen y en mantener el control.
  • En las redes sociales: Un ego inflado puede llevar a la necesidad de publicar fotos perfectas, a la búsqueda de likes y comentarios positivos, a la tendencia a compararse con los demás y a la dificultad para aceptar la crítica. Por ejemplo, si alguien te critica en un comentario de una publicación, un ego dominante podría llevarte a bloquearlo, a insultarlo o a defenderte con vehemencia. En lugar de aceptar la crítica y aprender de ella, te enfocas en proteger tu imagen y en mantener una imagen positiva de ti mismo.

Es importante recordar que el ego es una parte natural de nuestra mente, pero cuando se vuelve excesivo, puede tener consecuencias negativas en nuestras relaciones, nuestro bienestar emocional y nuestro crecimiento personal. Estar atentos a las señales de alerta que indican que el ego está dominando nuestro comportamiento nos permite tomar medidas para recuperar el equilibrio y vivir una vida más plena y satisfactoria.

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Diferencia entre ego y autoestima

Es fundamental comprender la diferencia entre el ego y la autoestima para lograr un crecimiento personal sano. El ego, como ya hemos explorado, es una parte de nuestra mente que busca la satisfacción de los deseos y la protección del propio sentido de identidad. La autoestima, por otro lado, es la valoración que tenemos de nosotros mismos, basada en la aceptación de nuestras fortalezas y debilidades.

Una autoestima sana se basa en la autoaceptación, la confianza en las propias capacidades y la capacidad para afrontar los desafíos de la vida. En cambio, un ego inflado puede llevar a la arrogancia, la inseguridad y la dificultad para conectar con los demás.

Ego vs. Autoestima: Una comparación

Para comprender mejor la diferencia entre el ego y la autoestima, podemos analizarlos desde diferentes perspectivas:

CaracterísticaEgoAutoestimaDefiniciónParte de la mente que busca la satisfacción de los deseos y la protección del propio sentido de identidad.Valoración que tenemos de nosotros mismos, basada en la aceptación de nuestras fortalezas y debilidades.OrigenSe desarrolla a través de las experiencias, las relaciones y los aprendizajes de la vida.Se basa en la autoaceptación, la confianza en las propias capacidades y la capacidad para afrontar los desafíos de la vida.MotivaciónBusca la satisfacción de los deseos, el reconocimiento y la validación externa.Se basa en la autoaceptación, la confianza en las propias capacidades y la capacidad para afrontar los desafíos de la vida.ComportamientoPuede llevar a la arrogancia, la inseguridad, la competencia desleal y la dificultad para conectar con los demás.Promueve la autoconfianza, la capacidad para afrontar los desafíos de la vida y la construcción de relaciones saludables.Impacto en las relacionesPuede dañar las relaciones, creando conflictos y dificultades para la comunicación.Fortalece las relaciones, fomentando la empatía, la comprensión y el respeto mutuo.

Es importante recordar que el ego y la autoestima no son mutuamente excluyentes. Podemos tener un ego saludable que no interfiera con nuestra autoestima. De hecho, un ego sano puede contribuir a una sensación de confianza y seguridad en uno mismo. Sin embargo, cuando el ego se vuelve excesivo o descontrolado, puede tener consecuencias negativas en nuestras relaciones, nuestro bienestar emocional y nuestro crecimiento personal.

Para lograr un equilibrio entre el ego y la autoestima, es fundamental desarrollar la autoconciencia, la autoaceptación y la inteligencia emocional. Al comprender cómo funciona el ego y cómo influye en nuestras decisiones, podemos tomar medidas para gestionarlo de manera efectiva y construir relaciones más sanas y satisfactorias.

Preguntas frecuentes sobre el ego

A continuación, respondemos algunas de las preguntas más comunes sobre el ego:

  • ¿Qué es el ego? El ego es una parte de nuestra mente que busca la satisfacción de los deseos y la protección del propio sentido de identidad. Es como un mediador entre nuestros deseos más básicos y las normas sociales y morales que nos impone el superyó.
  • ¿El ego es malo? El ego no es intrínsecamente malo. Es una parte natural de nuestra mente que nos ayuda a protegernos, a luchar por nuestros objetivos y a mantener una imagen positiva de nosotros mismos. Sin embargo, cuando se vuelve excesivo o descontrolado, puede tener consecuencias negativas en nuestras relaciones, nuestro bienestar emocional y nuestro crecimiento personal.
  • ¿Cómo se manifiesta el ego en una persona? El ego se manifiesta de diversas maneras, como la necesidad de reconocimiento, la búsqueda de aprobación, la defensa del propio punto de vista o la tendencia a compararse con los demás. En general, el ego busca mantener una imagen positiva de sí mismo, incluso si esto implica distorsionar la realidad o negar nuestras propias limitaciones.
  • ¿Cuál es la diferencia entre orgullo y ego? El orgullo es un sentimiento positivo que surge de la satisfacción por nuestros logros o por la valoración de nuestras cualidades. El ego, por otro lado, es una parte de la mente que busca la satisfacción de los deseos y la protección del propio sentido de identidad. El orgullo puede ser saludable, mientras que un ego inflado puede ser perjudicial para nuestras relaciones y nuestro bienestar emocional.
  • ¿Cuál es la diferencia entre ego y autoestima? El ego es una parte de la mente que busca la satisfacción de los deseos y la protección del propio sentido de identidad. La autoestima, por otro lado, es la valoración que tenemos de nosotros mismos, basada en la aceptación de nuestras fortalezas y debilidades. Una autoestima sana se basa en la autoaceptación, la confianza en las propias capacidades y la capacidad para afrontar los desafíos de la vida. Un ego inflado puede llevar a la arrogancia, la inseguridad y la dificultad para conectar con los demás.

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