El 4 de marzo se conmemora el Día Mundial de la Obesidad, una fecha que busca generar conciencia sobre una de las mayores crisis de salud pública de nuestro tiempo. Según un estudio reciente, publicado en The Lancet, casi el 60% de los adultos en el mundo sufrirá sobrepeso u obesidad para el año 2050 si no se toman medidas urgentes.
Este alarmante pronóstico, elaborado por la Federación Mundial de la Obesidad, subraya la necesidad de acciones inmediatas y coordinadas para abordar este problema creciente.
Una pandemia que afecta la salud física y mental
La obesidad no es solo un problema estético, es una enfermedad crónica que aumenta el riesgo de padecer diabetes, enfermedades cardiovasculares, cáncer y otras afecciones graves. Así mismo, puede desencadenar en afecciones de salud mental que necesitan ser tratadas. Según el estudio, más de 4.000 millones de personas podrían verse afectadas por el sobrepeso u obesidad en las próximas tres décadas, lo que representa un aumento significativo respecto a los 2.600 millones registrados en 2020.
Los datos son particularmente preocupantes en los países de ingresos bajos y medianos, donde los sistemas de salud ya están sobrecargados. En estas regiones, el acceso a alimentos procesados y altos en calorías ha aumentado, mientras que las opciones saludables siguen siendo limitadas o inaccesibles para gran parte de la población.
La conexión entre obesidad y salud mental
La obesidad no solo tiene consecuencias físicas, también está fuertemente relacionada con la salud mental. Las personas con obesidad tienen un mayor riesgo de sufrir depresión, ansiedad y baja autoestima. El estigma social y la discriminación asociados con el peso pueden generar estos problemas, creando un círculo vicioso difícil de romper.
Muchas personas se pueden sentir juzgadas y marginadas por tener esta condición, lo que los lleva al aislamiento y un deterioro de su bienestar emocional.
Además, los desequilibrios hormonales y los procesos inflamatorios asociados con la obesidad pueden afectar directamente el cerebro, aumentando el riesgo de trastornos mentales. Por otro lado, problemas de salud mental como la depresión y la ansiedad pueden llevar a comportamientos alimentarios poco saludables, lo que a su vez contribuye al aumento de peso.
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Factores que llevan a la obesidad
La obesidad es el resultado de una compleja interacción de factores biológicos, ambientales, sociales y económicos. Entre las causas principales, se encuentran:
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Dietas poco saludables: El consumo excesivo de alimentos ultraprocesados, ricos en grasas, azúcares y sal, es uno de los principales impulsores de la obesidad.
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Sedentarismo: La falta de actividad física, agravada por estilos de vida cada vez más urbanizados y dependientes de la tecnología, contribuye al aumento de peso.
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Desigualdades sociales: Las personas con menos recursos económicos tienen más probabilidades de sufrir obesidad debido al acceso limitado a alimentos nutritivos y a entornos que fomenten la actividad física.
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Factores genéticos y biológicos: Algunas personas tienen una predisposición genética a la obesidad, lo que puede agravarse en un entorno obesogénico.
Impacto económico y social
La obesidad no solo afecta la salud individual, también tiene un impacto devastador en la economía y la sociedad. Según el estudio, los costos asociados con la obesidad podrían superar los 4 billones de dólares anuales para 2035, lo que representa el 3% del PIB mundial. Estos costos incluyen gastos médicos, pérdida de productividad y ausentismo laboral.
Además, la obesidad está profundamente ligada a la desigualdad. Las personas con obesidad suelen enfrentar estigma y discriminación, lo que afecta su bienestar emocional y sus oportunidades laborales y sociales. “La obesidad es una enfermedad que no discrimina, pero sus consecuencias sí“, afirma Johanna Ralston, directora ejecutiva de la Federación Mundial de la Obesidad.
¿Cuál es la solución?
Ante esta crisis, los expertos piden a gobiernos, empresas y sociedad civil a tomar medidas concretas. Entre las propuestas destacan:
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Políticas públicas efectivas: Implementar impuestos a los alimentos no saludables, subsidiar frutas y verduras, y regular la publicidad de productos altos en calorías.
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Educación y concienciación: Promover hábitos saludables desde la infancia y combatir el estigma asociado a la obesidad.
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Acceso a alimentos nutritivos: Garantizar que todas las personas, independientemente de su nivel socioeconómico, tengan acceso a alimentos saludables.
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Fomento de la actividad física: Crear entornos urbanos que promuevan el movimiento, como parques, ciclovías y áreas peatonales.
El Día Mundial de la Obesidad es un recordatorio de que la obesidad no es un problema individual, sino una crisis global que requiere soluciones el conjunto. Como señala el estudio de la Federación Mundial de la Obesidad, “el futuro no está escrito“. Con acciones urgentes y coordinadas se puede construir un mundo donde todas las personas tengan la oportunidad de vivir una vida saludable y plena.
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