Doomscrolling: El hábito digital que afecta tu salud mental

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*Con información de La República.

En los últimos años, un nuevo comportamiento ha captado la atención de psicólogos, neurocientíficos y expertos en tecnología: el doomscrolling (o “desplazamiento catastrófico“). Este fenómeno, que se popularizó durante la pandemia, describe la acción de navegar compulsivamente por redes sociales o portales de noticias, consumiendo contenido negativo de manera repetitiva, a menudo durante horas.

Aunque parezca un simple hábito digital, el doomscrolling tiene consecuencias profundas en la salud mental, aumentando los niveles de ansiedad, estrés e incluso afectando la capacidad de concentración. En este artículo, exploraremos qué lo causa, cómo impacta el cerebro y qué estrategias pueden ayudar a reducirlo.

¿Qué es el doomscrolling?

El término doomscrolling surge de la combinación de las palabras inglesas doom (catástrofe) y scrolling (desplazamiento en pantalla). Se refiere a la tendencia de seguir revisando noticias negativas—como crisis políticas, desastres naturales o pandemias—a pesar de que generan malestar emocional.

Según expertos, este comportamiento se intensificó durante la pandemia, cuando el aislamiento y la incertidumbre llevaron a las personas a buscar información constantemente. Sin embargo, lejos de calmar la ansiedad, el doomscrolling la alimenta, creando un círculo vicioso difícil de romper.

¿Por qué no podemos dejar de hacerlo? Causas psicológicas y neurológicas

El doomscrolling no es solo un mal hábito; tiene bases científicas. El doctor Jorge Romero, magíster en ingeniería de la Universidad Nacional, explica que este fenómeno está relacionado con dos factores clave:

  1. La liberación de dopamina: El cerebro busca constantemente novedad, y cada desplazamiento en redes sociales puede activar pequeñas dosis de dopamina, un neurotransmisor asociado a la recompensa. Esto crea una sensación adictiva, similar a otros comportamientos compulsivos.
  2. El “miedo a perderse algo” (FOMO): Las siglas en inglés de Fear of Missing Out describen la ansiedad de no estar al día con la información. En un mundo hiperconectado, muchas personas sienten que deben estar constantemente informadas, incluso si el contenido es angustiante.

Además, la psicóloga Angie Sabogal, de Insight Psicología, señala que el doomscrolling sobreestimula el cerebro, reduciendo la capacidad de atención y aumentando la impaciencia. “Las generaciones más jóvenes están desarrollando menor tolerancia a la frustración debido a este consumo excesivo de información“, afirma.

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Consecuencias en la salud mental

El consumo constante de noticias negativas puede tener efectos graves en el bienestar emocional:

  • Aumento de la ansiedad y el estrés: La exposición prolongada a contenido alarmante activa la respuesta de lucha o huida, generando un estado de alerta constante.
  • Problemas de sueño: La luz azul de las pantallas y la sobreestimulación dificultan la conciliación del sueño.
  • Dificultad para concentrarse: El cerebro se acostumbra a estímulos rápidos y pierde capacidad para enfocarse en tareas prolongadas.
  • Sensación de impotencia: Consumir tragedias globales sin poder actuar puede generar desesperanza.

Cómo reducir el doomscrolling: Estrategias prácticas

Aunque es difícil escapar por completo de este hábito, existen medidas para minimizar su impacto:

  1. Establecer límites de tiempo: Usar aplicaciones que monitorean el uso de redes sociales o activar temporizadores puede ayudar a controlar el consumo.
  2. Curar fuentes de información: Seguir cuentas que equilibren noticias con contenido positivo o educativo.
  3. Practicar la desconexión digital: Designar momentos del día libres de pantallas, especialmente antes de dormir.
  4. Reemplazar el hábito: Cuando surja la necesidad de hacer scroll, optar por actividades como leer un libro, meditar o salir a caminar.
  5. Reflexionar sobre el consumo: Preguntarse: “¿Esta información me está ayudando o solo aumentando mi ansiedad?

Hacia un consumo digital más consciente

El doomscrolling es un reflejo de cómo la tecnología puede explotar nuestras vulnerabilidades psicológicas. Sin embargo, al reconocer sus efectos y tomar medidas activas, es posible recuperar el control sobre el consumo digital.

La salud mental en la era digital requiere equilibrio: estar informados sin ahogarnos en negatividad. Como señala Enmanuel Enciso Camacho, decano de la Facultad de Comunicación de Uninpahu, “no se trata de demonizar las redes sociales, sino de usarlas de manera consciente, sin permitir que reemplacen nuestras interacciones humanas reales“.