
El Día de la Felicidad: una celebración global con enfoque en la salud mental
Cada 20 de marzo, el mundo se une para celebrar el Día Internacional de la Felicidad, una fecha proclamada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2012 con el objetivo de reconocer la importancia de la felicidad y el bienestar como aspiraciones universales de los seres humanos.
Este día no solo busca promover la idea de que la felicidad es un derecho fundamental, sino también destacar la necesidad de políticas públicas que fomenten el bienestar integral de las personas. En un contexto global marcado por desafíos como la pandemia, la crisis climática y las tensiones sociales, el cuidado de la salud mental se ha convertido en un pilar esencial para alcanzar una vida plena y feliz.
La iniciativa para establecer el Día Internacional de la Felicidad surgió de Bután, un pequeño país del sur de Asia que desde los años 70 ha priorizado la Felicidad Nacional Bruta (FNB) sobre el Producto Interno Bruto (PIB) como indicador de progreso. Bután entiende que el desarrollo económico no debe ser el único parámetro para medir el éxito de una nación, sino que factores como la salud mental, la educación, la cultura y el medio ambiente son igualmente importantes. Inspirada por esta filosofía, la ONU adoptó la resolución que declara el 20 de marzo como un día para reflexionar sobre lo que realmente importa: la felicidad humana.
En la actualidad, la felicidad parece ser un concepto esquivo para muchas personas. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 300 millones de personas en todo el mundo sufren de depresión, y los trastornos de ansiedad están en aumento. La pandemia de Covid-19 exacerbó estos problemas, dejando al descubierto la fragilidad de la salud mental en un mundo cada vez más conectado digitalmente, pero desconectado emocionalmente.
El informe anual World Happiness Report, que clasifica a los países según su nivel de felicidad, revela que los factores más importantes para el bienestar subjetivo incluyen el apoyo social, la libertad para tomar decisiones, la generosidad y la ausencia de corrupción. Sin embargo, en muchos casos, estos elementos se ven socavados por las presiones económicas, la desigualdad y el ritmo acelerado de la vida moderna.
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La salud mental es un componente fundamental de la felicidad. No se puede hablar de bienestar sin abordar los desafíos psicológicos y emocionales que enfrentan las personas. La OMS define la salud mental como un estado de bienestar en el que el individuo es consciente de sus propias capacidades, puede afrontar las tensiones normales de la vida, trabajar de manera productiva y contribuir a su comunidad. Sin embargo, el estigma asociado a los problemas de salud mental sigue siendo una barrera para que muchas personas busquen ayuda.
En el Día de la Felicidad, es crucial recordar que la felicidad no es un estado permanente, sino un proceso que requiere atención y cuidado. La psicología positiva, un campo de estudio que se enfoca en las fortalezas humanas y en cómo florecer en la vida, sugiere que la felicidad se construye a través de hábitos y prácticas diarias. Estos incluyen cultivar relaciones significativas, practicar la gratitud, mantener un estilo de vida saludable y buscar un propósito en la vida.
En el artículo publicado por La Nación con motivo del Día de la Felicidad, se destacan diez hábitos que pueden ayudar a mantener el buen humor y, por ende, contribuir al bienestar emocional. Estos hábitos no solo son útiles en el contexto individual, sino que también pueden ser promovidos en el ámbito comunitario y laboral.
Si bien los hábitos individuales son importantes, la felicidad también depende de un entorno que la fomente. Las políticas públicas juegan un papel crucial en la creación de sociedades más felices y saludables. Esto incluye garantizar el acceso a servicios de salud mental de calidad, promover la igualdad de oportunidades, reducir la pobreza y proteger el medio ambiente.
Países como Finlandia, que ha sido clasificado como el más feliz del mundo en varias ocasiones, invierten en educación, atención médica y apoyo social. Estos esfuerzos no solo mejoran la calidad de vida de sus ciudadanos, sino que también crean un círculo virtuoso de bienestar colectivo.
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El Día de la Felicidad es una oportunidad para recordar que la felicidad no es un lujo, sino una necesidad. En un mundo donde las presiones y los desafíos son constantes, es fundamental priorizar el bienestar emocional y mental. Esto requiere un esfuerzo conjunto: desde las decisiones individuales hasta las acciones colectivas y políticas.
Cuidar la salud mental no es solo una responsabilidad personal, sino también social. Al fomentar entornos que promuevan la empatía, la solidaridad y el apoyo mutuo, podemos construir un mundo donde la felicidad sea accesible para todos. Este 20 de marzo, celebremos la felicidad no solo como un sentimiento, sino como un compromiso con nosotros mismos y con los demás.
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